viernes, 12 de enero de 2018

AvenaCao

La mezcla definitiva, avena con Cola Cao. ¿No? No, ¿verdad? Tampoco es tan definitiva.


Desde fuera puede parecer que sí, o al menos eso me pareció a mi. No piensas demasiado, te dejas llevar por la magia unicornia. Avena es la palabra mágica, con permiso de quinoa. Así que te lanzas a hacerte un potaje de estos.

Cuando lo abres te llevas la decepción capitalista de Un Día de Furia: esto no se parece nada a lo que tenía en mente. Aquí lo que veo es un montón de Cola Cao con dos copos de avena mal puestos por ahí. Total, que mucho lirili para poco lerele.


Decía la canción de Family que las mentiras golpean el corazón. Yo empezaría arreglar el mundo por ahí. Intentaría no hacer pufos flagrantes por un puñado de bitcoins, porque a la larga ese es mal negocio. Si acabas con la motivación de tus consumidores al final lo que vas a tener es una legión de zombis que ni sienten ni padecen.

Evidentemente para tener este comportamiento tú también tienes que ser bastante zombi, así que no te digo nada. Tú ya bastante tienes con lo que tienes y aunque te intente explicar las cosas no las vas a entender. Así que me dirijo a todos los demás: no hagáis pufos.


Un mundo construido a base de pufos no apetece habitarlo. Sí, no te digo que no sea una casa de palos de lo más simpática, lo que digo es que es una puta casa de palos. ¿A qué chica vas a convencer para que se vaya contigo a una casa de palos? A una que esté bastante perdida, te lo aseguro.

Como las chicas pasan de las putas casas de palos tu mundo hecho a base de casas de palitos está condenado. Al final lo único que importa es que las chicas se vengan contigo y el que tenga las chicas gana. La maximización del beneficio es una memez comparado con que todas las chicas suspiren por ti.


Sin el néctar que emanan las chicas la atmósfera se vuelve irrespirable, tóxica. Las chicas deben parecerse a las plantas, porque se alimentan de dióxido de carbono y expulsan oxígeno a cambio. La movida es que si te pasas de administrarles dióxido de carbono se te pueden rebelar.

Y como yo tengo el punto justo, el toque maestro para alcanzar el perfecto equilibrio, las chicas se vienen conmigo. ¡Jajaja! ¡Jódete!