La mezcla definitiva, avena con Cola
Cao. ¿No? No, ¿verdad? Tampoco es tan definitiva.
Desde fuera puede parecer que sí, o al
menos eso me pareció a mi. No piensas demasiado, te dejas llevar por
la magia unicornia. Avena es la palabra mágica, con permiso de
quinoa. Así que te lanzas a hacerte un potaje de estos.
Cuando lo abres te llevas la decepción
capitalista de Un Día de Furia: esto no se parece nada a lo que
tenía en mente. Aquí lo que veo es un montón de Cola Cao con dos
copos de avena mal puestos por ahí. Total, que mucho lirili para
poco lerele.
Decía la canción de Family que las
mentiras golpean el corazón. Yo empezaría arreglar el mundo por
ahí. Intentaría no hacer pufos flagrantes por un puñado de
bitcoins, porque a la larga ese es mal negocio. Si acabas con la
motivación de tus consumidores al final lo que vas a tener es una
legión de zombis que ni sienten ni padecen.
Evidentemente para tener este
comportamiento tú también tienes que ser bastante zombi, así que
no te digo nada. Tú ya bastante tienes con lo que tienes y aunque te
intente explicar las cosas no las vas a entender. Así que me dirijo
a todos los demás: no hagáis pufos.
Un mundo construido a base de pufos no
apetece habitarlo. Sí, no te digo que no sea una casa de palos de lo
más simpática, lo que digo es que es una puta casa de palos. ¿A
qué chica vas a convencer para que se vaya contigo a una casa de
palos? A una que esté bastante perdida, te lo aseguro.
Como las chicas pasan de las putas
casas de palos tu mundo hecho a base de casas de palitos está
condenado. Al final lo único que importa es que las chicas se vengan
contigo y el que tenga las chicas gana. La maximización del
beneficio es una memez comparado con que todas las chicas suspiren
por ti.
Sin el néctar que emanan las chicas la
atmósfera se vuelve irrespirable, tóxica. Las chicas deben
parecerse a las plantas, porque se alimentan de dióxido de carbono y
expulsan oxígeno a cambio. La movida es que si te pasas de
administrarles dióxido de carbono se te pueden rebelar.
Y como yo tengo el punto justo, el
toque maestro para alcanzar el perfecto equilibrio, las chicas se
vienen conmigo. ¡Jajaja! ¡Jódete!