El sucesor espiritual de Mega Man. La
que se ha liado para que este juego llegue a nuestras estanterías.
Al supuesto creador de Mega Man le pasó
lo que a todos los creativos estos años, que la estrictísima
política corporativa de la empresa no le dejaba volar. Así que,
como tantos otros, se lanzó a Kickstarter para que fuesen los
consumidores y no los accionistas los que soltaran la mosca para
desarrollar sus juegos.
El resultado ha sido un juego pobre,
como sin acabar. El protagonista tiene como dientes de sierra y todo
parece estar hecho rápido, en dos patás. Para ser un juego que ha
hecho tanto ruido da la sensación de ser un boceto.
Esto abre muchas cuestiones. Cuestión
número 1: ¿es tan bueno el supuesto creador de Mega Man como cuenta
la leyenda? Porque en cuanto no ha estado amparado por Capcom, la
superempresa para la que trabajaba, ha hecho un ridículo sonado. ¿No
sugiere esto que quizás estemos emcumbrando a jetillas sólo por no
vigilar suficientemente a la sociedad?
Cuestión número 2: ¿para qué haces
hype, hijo de Dios? Estamos en el 2018, has oído bien. Si no sabes
que hacer hype es mala cosa, no sé, deberías volver a 2002 en el
Delorean y empaparte de cultura posmoderna. ¿No sabes que dime de
qué presumes y te diré de lo que careces, si prefieres un lenguaje
más clásico, más de nuestros mayores?
Juan, por ejemplo, presume de ser un
megalómano psicópata. ¿No está Juan, en su grandeza, dándote una
lección magnífica de cómo debes comportarte sin aleccionarte
directamente, como los pobres de espíritu? ¿No es Juan un ejemplo a
seguir por su gallardía, valentía y osadía? ¡Pues claro que lo
es!
Tú, por ejemplo, presumes de ser
humilde y ponderado cuando en realidad eres arrogante y desquiciado.
¿Ves la diferencia entre tú y yo? Tú finges ser mucho cuando en
realidad eres poco y yo finjo ser poco porque, no es por ofender, soy
muchísimo.
Hoy has aprendido una lección que no
olvidarás, mi ridículo lector. Hoy has aprendido que ir de pavisoso
(o pavisosa) es un pecado gravísimo a los ojos de nuestro Señor. Él
ve en tu corazón como si este estuviese en 4K y sabe que el numerito
que te montas para quedar bien socialmente es una farsa que insulta a
los ángeles del Cielo.
Por tanto ¡aparta de mi vista! El
hedor de tu falsa humildad hace llorar al Niño Jesús, que soy yo. O
si no siempre puedes hacer un Kickstarter y quedar en ridículo tú
solito, sin mi ayuda. Tú eliges, tontín.