martes, 23 de enero de 2018

El mal trago de Obélix

No hay nada mejor que un buen tebeo de Astérix para pasar un resfriado. Quizás un Super Humor o un Tintín, eso ya va en gustos.


No hay mejor midicina que ponerse contento. La risa todo lo cura así que no sé por qué no invertimos más dinero en risa y menos en quinoa, porque, aceptémoslo, la quinoa da como bajón. Hace ilusión comer quinoa y decir “¡Ay, qué sano me estoy poniendo comiendo este extravagante alimento!”, pero reír-reír no te ríes mucho.

¡Qué complicada hacemos la vida! Tendemos a pensar que cuanto más complicado lo hagamos todo mejor será. Yo, como estoy muy versado en procedimientos creativos de alto nivel, sé de buena tinta que cuanto más complicado es algo menos funciona. Tomemos como ejemplo al agua: H2O. ¿Se te ocurre una molécula más sencilla? Pues gracias a esa tontería de molécula el mundo es un vergel.


Si para conseguir resultados tienes que remover Roma con Santiago te recomiendo que revises tu método. Todo indica que está poco trabajado. Dios, el Hacedor, tiene pinta de ser un creativo top. Cuando uno es el Alfa y el Omega digamos que tiene credenciales suficientes como para que la gente piense que uno es top-top. Pues bien, yo no diría que la Creación de Dios es muy complicada. Agua, aire, barro y poco más.

La grandeza de la Creación de Dios es que con elementos muy sencillos se puede llegar a cotas creativas muy elevadas. Partiendo de agua, aire y barro se puede llegar a Amazon Go, por ejemplo. ¿Te imaginas lo contento que está Dios viendo que el fractal que diseñó para el universo ha cristalizado en Amazon Go?


Yo estaría supersatisfecho. La belleza de la creatividad es dejar sueltos a los elementos y ver qué inventan. Si eres un líder empresarial, pongamos por caso, tienes que diseñar una estructura suficientemente sencilla y suficientemente flexible. Tienes que inventar algo tan sencillo como el agua, el aire y el barro. Sobre esa base, has de dejar sueltos a los palurdos de tus empleados y rezar para que te traigan algo no del todo patético.

Obsesionarse con el control denota ser un poco tonto. No te ofendas. Si estás obsesionado con controlarlo todo quiere decir que tu mente no está suficientemente despejada como para dejarte ver con claridad. Si lo estuviera verías que la vida se parece más a una brisa de verano que a un algoritmo de Google.


¿Has visto que lecciones más maravillosas te da Juan? ¿Cómo es que no invitas a Juan a cenar? No, Juan no te contaría nada en la cena, por supuesto que no. Juan, al ser muy listo, lo que haría en la cena es cenar. Juan, si al final le invitas, te rogaría que le llevases a Tony Roma´s o, si eso no es posible, a Friday´s.

Juan en esos sitios lo que pediría es el costillar con salsa barbacoa y los aros de cebolla. Y a partir de ahí lo que ya quieras pedir tú. Y lo bueno de estos sitios es que puedes rellenar el refresco todas las veces que quieras, según tengo entendido.