Cuando pensamos que las tarjetas SD
eran muy pequeñas la industria nos sorprendió sacando las Micro SD,
que son como las SD pero microscópicas.
Al principio todo era oscuridad. Al
principio los nuevos formatos de almacenamiento de datos eran un
caos, una entropía, un caldo de cultivo de silicio. Como siempre
ocurre al principio, las empresas se comportaron egoístamente y cada
una ofreció su visión de lo que debían ser estas nuevas maneras de
guardar las cosas.
Nadie apostó por el estándar, vamos.
Seguro que alguno lo hizo pero enseguida se le silenció, por eso no
tenemos ni puta idea de quién fue. Tengo una cámara Olympus para la
que no encuentro ya tarjetas ni suplicando, porque Olympus fue tan
tan guay que sacó el formato más raro de todos. Olympus creyó que
su manera de enfocar el almacenamiento de datos era tan superior a la
de los demás que no quiso saber nada de ellos.
Hoy de Olympus no se acuerda ni el tato
porque ¿a quién pollas le importa una cámara de fotos Olympus?
Aquí lo único que importa es la cámara del iPhone X y la del
Samsumg Galaxy 8. El resto es una soberana gilipollez y de comprar
una cámara réflex se compra uno una Nikkon o una Canon.
Espero que esta pequeña fábula pospop
os sirva de lección para vuestras inútiles vidas, niños. Si os
creéis muy especialitos al final os vais a llevar una hostia del
copón, porque, francamente, no sois tan especialitos. Sois seres
humanos como cualquiera lo es y eso no te permite ser abrumadoramente
superior a los demás. Eso sólo se lo podría permitir una raza
alienígena, pero las razas superiores lo son por su extrema
humildad, no por su extrema supertecnología.
¡Cuánta soberbia habéis derrochado!
Os habéis creído la polla por inventar una aplicación con la que
un teléfono se convierte en una linterna. ¡Wow! ¡Mis excursiones
no volverán a ser las mismas, gaznápiros! Ahora si se me cae el
paquete de cigarrillos en el bosque cuando esté anocheciendo lo
podré encontrar superfácil. ¡Gracias, Silicon Valley!
Quizás el mundo recuerde esta época
como la década del despunte de la tecnología, pero yo la recordaré
como la década en la que los pringados de la clase descubrieron la
tecnología. La tecnología lleva entre nosotros muchísimos años,
lo que pasa es que los inteligentes no hacemos tanto ruido cuando
descubrimos algo. Los tontos, sin embargo, ensordecéis al más
pintado.
¿Os estoy condenando al ostracismo con
mis aseveraciones, insectos? Pues un poco sí, no os voy a engañar.
No hay nada que más risa le produzca a Juan que un imbécil quedando
en ridículo. Y como tú eres imbécil y estás quedando en ridículo
Juan se ríe mucho. ¡Jajaja!
No os preocupéis, no os pasa nada
raro. Simplemente sois más tontos que yo. Eso es todo.