Hoy hablaremos de la que podría ser la
herencia del One Touch Easy, aquel teléfono móvil que regalaban con
las galletas en nuestros tiempos mozos.
¿Cómo puede ser que nadie hable de
aquellos años? Aquellos años son tan icónicos como los 80, llenos
de incipientes productos tecnológicos que nos fascinaban en nuestra
inocencia. A Internet nos conectábamos con modem de 56k (los que se
conectaban) y había tanta variedad de teléfonos como hoy, sólo que
menos avanzados.
Podías elegir entre un Sagem, un
Alcatel, un Nokia, un Nec, un Ericsson, un Siemens... El rey era
Nokia pero los demás tampoco se quedaban atrás. Como hoy con Apple
y el resto. ¡Qué rápido nos deshacemos de nuestra historia! ¿Qué
tendrá de malo?
Cuando alguien era de determinada
manera hace diez años y hoy es completamente diferente... ¡Cuidado!
¡Abre el ojo! Ahí hay un pufo no resuelto. Que no te engañen esos
chicos que se iban a estudiar a Estados Unidos y volvían habiendo
olvidado que eran unos pringados. ¿Qué pasa, que por irte a Estados
Unidos tu cuenta queda saldada? No, guapo.
La gente tiende mucho a hacer borrón y
cuenta nueva cuando está en números rojos. ¡Ah, qué listo! Así
yo también quiero hacer borrón y cuenta nueva, no te jode. Borrón
y cuenta nueva es válido moralmente cuando tu motivación es dejar
de pelear por una tontería, no porque te veas arrinconado y quieras
escaparte como una cobardica. Si quieres hacer borrón y cuenta nueva
tienes que ser más humilde de lo que suele ser habitual.
Para que se te perdonen las deudas
tienes que esgrimir algo más que un berrinche. Tienes que demostrar
buena voluntad y un corazón verdaderamente dispuesto. No te podemos
perdonar las deudas así, por las buenas, porque nos has desfalcado
bastante y nada indica que, si te perdonamos, no lo vayas a hacer
otra vez. Así que mientras aprendes esta lección moral tan
elemental vas a tener que seguir cargando con el peso del odio
social.
El odio social es una energía muy
positiva, sirve para mantener a raya a vagos y maleantes. Si haces
algún pufo quedas señalado y todo el rencor que llevamos en
nuestros corazones tiene un destinatario que permite desahogarnos y a
la vez hacer algo constructivo. Por tanto no se trata de librarnos de
toda le violencia que habita en nuestro interior, sino de darle un
uso correcto.
¿Qué es mejor, prohibir los residuos
o inventar modos mediante los que se conviertan en energía?
Naturalmente la segunda opción. Para llegar a no emitir residuo
alguno muchas personas tienen que estar bien controladas. Podemos
controlarlos haciéndoles cargar con nuestros residuos, con todo lo
malo que tenemos dentro.
Y así conseguiremos dos victorias:
una, la anulación social de los parásitos, y dos, la justicia
poética con la que llevamos soñando tanto tiempo. ¿Qué os parece?