Francamente, las empresas de productos
ecológicos tienen mucho que aprender. ¡BioArtesa! Una mezcla de...
¡Biológico y artesanal! ¿Cómo te quedas, mi querido consumidor?
Con la polla todo tiesa por el juego de palabras, ¿a que sí? Para
que luego digas que los hippies no tenemos gracia...
Si los hippies tuvieran gracia dejarían
de ser hippies. Comprar este saco de comida de conejos en una famosa
tienda de alimentos ecológicos fue toda una experiencia. Me trataron
a patadas, con palabras secas y tirándome el saco con desprecio,
aunque lo había pagado. Sin embargo, como ya conozco el cotarro,
siempre contesté con una sonrisa y toda la amabilidad que llevo en
los bolsillos.
Ya lo entiendo, muchachos: soy
demasiado guay. Vosotros estáis ahí con vuestra tienda de piensos
compuestos para humanos creyéndoos el top cool y por la puerta entra
Juan. En ese momento vuestro mundo se derrumba porque ante vuestros
ojos se halla la prueba de que sois unos matados con cara de
sifilíticos.
Si queréis hacer caso a un experto en
ser guay os tengo que decir que vuestro error no es ser unos
escuchimizados acabados, el error es creer que eso es guay. Eso no es
guay ni lo será jamás. ¿Conoces a algún niño que le pida a su
madre que le lleve, por favor, al herbolario? Un niño le pide a su
madre que le lleve a la planta de juguetes de El Corte Inglés y
luego a la competición de Big Foot, los camiones-monstruo de ruedas
gigantes.
Si no estuvierais empeñados en caerle
bien a la gente a pesar de parecer los pajes del Conde Dracula no
habría ningún problema. Yo podría comprar mis copos de avena sin
que nadie me viese como una amenaza. La transacción se haría sin
rozamiento y yo os daría las gracias por parecer un espantapájaros
para que yo pueda comprar copos para mi desayuno completo.
Además ¿cómo se os ocurre retarme
precisamente en ser guay? Si me retaseis en cualquier otra cosa
todavía tendríais alguna posibilidad de ganar, pero ¿en ser guay?
¿Pero tú me has visto, campeón? Yo lo peto, nene, yo soy la
personificación de la moda, ante ti por la Gracia de Dios. Ese
empeño en convertir las babuchas y la tez apagada en algo cool es
de una soberbia espantosa. ¡Y luego vais de espirituales!
Yo puedo convertir cualquier cosa en
cool, pero sólo yo. Yo tengo superpoderes, yo vengo de un planeta
millennial muy muy lejano. ¡Pero tú sólo eres un pardillo! Tú
eres un matado resentido porque la gente no le hace tanto caso al
tofu como debería. Bueno, le hago caso yo. ¿Por qué no puedes
contentarte con eso, sabandija?
Sin embargo los copos me gustan. ¿Por
qué no te quedas con eso? ¿Qué más quieres? Las babuchas y lo de
meditar casi a oscuras te lo puedes quedar para ti, yo tengo modernas
maneras de calzarme y de meditar. ¡Pero te he comprado los copos! No
sé, yo estaría contentísimo, Juan casi no le compra nada a
nadie...
Vamos, lo que quiero decirte es que me
gustan los copos. ¡Me gustan los copos! ¿Qué rayos más quieres?
No sé, es que no puedo dejar de ser guay. Es intrínseco a mi. ¿Por
qué no aceptas los hechos y me haces una tarjeta de cliente? Venga,
házmela. No la voy a usar pero te dejo hacérmela.