sábado, 2 de diciembre de 2017

Burnout

Burnout tiene muy buena fama. Se la tiene merecida porque es una franquicia muy divertida. En Burnout puedes conducir a toda pastilla en contra del sentido de la circulación sin que te pase nada porque es todo mentira, es un videojuego, no es de verdad.


Hay una facción de personas que creen que esto te incita a conducir en contra del sentido de la circulación en la realidad. Yo, en cambio, lo que pienso es que te quita las ganas. Todos tenemos ganas de asesinar al vecino al menos 25 o 30 veces al día, pero hacerlo nos metería en un montón de problemas morales y legales. Gracias a los videojuegos podemos hacerlo, desfogarnos y que no pase nada de nada.

Hay que sacar las ganas que tenemos de matar a todo el mundo por alguna parte. Hay que sacar las ganas de quitarle el cerebro del cráneo a nuestros familiares y mearnos en el hueco que queda. O cagarnos, que también hay ganas. Tú me estás entendiendo, ¿no es así?


Si no pasa nada, si lo raro sería otra cosa. Sales a la calle y no te dejan pasar en un paso de cebra, aunque los pasos de cebra están para los peatones. Ahí ya ¿ves? +1 en ganas de matar.

Luego esos tres van por la acera como si fuera suya, ocupando todo el espacio. Quieres pasar pero no puedes porque no van en fila, van uno al lado del otro. No te dejan pasar. +2 en ganas de matar.


Sin embargo si luego los matas el que se la carga eres tú. Este hecho injusto también suma +2 ó +3 en ganas de matar, así que tienes que pillarte un videojuego cuanto antes. El diseño social incrementa tus ganas de matar con darte un paseíto pero si matas la cagas bien cagada. Por tanto los videojuegos no es que sean importantes, es que son imprescindibles.

Para más inri los millennials, que son los que socialmente pillan más hostias de todos, tienen conflictos internos con eso de las ganas de matar. Las tienen pero no las aceptan porque matar es “malo”, supuestamente. Así que un millennial es una bomba de relojería andante porque está bloqueado gracias a ciertos conceptos erróneos en su mente.


Yo como soy cínico, sardónico y chunguito, en líneas generales, no tengo problemas. Yo me tiro sonoros pedos que atronan al edificio y me la pela. Sé que el vecino me ha oído pero eso es justo lo que yo quería, que me oyese. ¡Y sólo lo has oído, vecino! Si lo olieses ya ibas a flipar, vecino.

Así que, mi querido millennial, si quieres escapar de una condena segura porque es que te veo que cualquier día pillas un cuchillo y nos matas a todos, aprende de mi. Ah, que eso también te molesta. Que qué me he creído para decir que aprendas de mi, dices. Bueno, es que tú también eres muy altivo. A ver si al final te vamos a matar a ti y nos dejamos de inventos. La ley haría la vista gorda, estoy seguro.