Thunderbirds es una serie clásica de
marionetas, pero como a mi las marionetas me dan supermiedo he
pillado la película de imagen real. Así puedo disfrutar del sabor
original suficientemente falseado como para poder tragarlo.
¿A alguien más le gustan las
falsificaciones? ¿Por allí, al fondo? En mi visita a Nueva York me
apuré a comprar a un vendedor callejero un bolso falso Vuitton y un
reloj falso Rolex. A lo mejor el gachó se creía que me la estaba
colando, pero yo estaba comprando auténticas falsificaciones de las
calles de Nueva York.
Llevar encima pura falsedad a
conciencia es un ejercicio de bella confesión. Llevando encima pura
falsedad a conciencia de algún modo estás haciendo las cosas bien.
Muy pocas personas pueden permitirse un bolso Vuitton pero su código
gráfico mezclado con unas Reebok The Pump es algo como top cool, te
lo digo. Así que pasando de todo y dignificando lo falso ganamos
todos y encima tu rollo lo peta.
Sin embargo ¿qué significa llevar
encima pura falsedad sin conciencia de ello? Oh, amigo, espero que
ese no sea tu caso, porque para esas personas espera el fuego más
ardiente de todo el Infierno. Esas personas tienen un compartimento
especial en los avernos, con unas brasas más dolorosas que las
normales. Allí la soberbia se castiga a saco, en el Infierno no
andan con hostias. Si te has pasado de soberbio allí lo pagas, tío.
Pueden pasar dos cosas: que lleves
encima pura falacia a sabiendas pero hagas como que no te das cuenta;
luego está el caso de que lleves encima pura falacia pero realmente
no lo sepas. ¿Cuál de los dos casos es más condenable? ¿El que lo
sabe y pasa o el que ni se molesta en saberlo? Espero que tengas tu
juicio bien entrenado, mi querido lector.
El que lleva encima falacia pero pasa
de todo es un jeta pero sólo es un minion. Es un villano menor, un
villano que ha de estar a las órdenes de otro villano más grande
porque si no no le da la cabeza para poder tomar decisiones. Digamos
que el que hace el pufo y lo sabe sólo es un mandado.
Sin embargo luego está el caso más
flagrante de todos, el caso por el que en el Infierno se pegan por
conseguirlo. Se trata del caso del villano jefe, el que va vestido
con harapos y cree estar vestido como un rey. Este ya ha perdido toda
cordura en pos de la farsa, por lo que su caso es mucho más grave
que el de los demás. Él ha vendido hasta su último gramo de
cordura sólo para creer una fantasía desquiciada. Por tanto si a
este elemento lo condenas encima preguntará que por qué, porque él
no ha hecho nada.
No te extrañe que el Infierno tenga la
fama que tiene porque ya ves qué elementos lo pueblan. El Diablo,
pobrecito, se las ha de ver con la peor calaña de gente de cada
ciudad. ¿No te empieza a caer un poco mejor el pobre Satanás, al
descubrir qué labor más ingrata le toca?
A mi definitivamente. Sin embargo los
que van de buenecitos y son más malos que el mismísimo Demonio...
¡Brrrrr! ¡No puedo verlos!