Zelda es esa franquicia excelsa, en la
que todo el mundo está de acuerdo. La gente está más de acuerdo en
Zelda que en Mario, del mismo modo que está más de acuerdo en
Mozart que en U2.
Este juego es originario de la Game
Cube y ha sido pasado a HD para que los millennials podamos disfrutar
de la aventura en glorioso HD, porque a los millennials las cosas que
no están en HD y las luces que no son LED nos dan urticaria. Nos
sentimos sucios, como con nuestra blanca piel de unicornio herida.
Los millennials tenemos verdadera
aversión a lo viejo por ineficiente, por caduco, por estar empeñado
en el error. En cambio nosotros nos empeñamos en la eficiencia, en
la frescura y en el acierto pleno. Los millennials lo queremos todo,
como bien ha detectado la publicidad de Media Markt.
Los millennials somos muy chupis,
vamos. Nos teñimos el pelo de colores y nuestra ropa es la más
lerendi de toda la clase. Entonces ¿por qué rayos hemos fracasado
como unos putos losers en nuestra revolución millennial? Ahora mismo
te lo voy a decir.
Los millennials, como ya sabrás,
estamos muy mal criaditos. Nos creemos que la vida es estar haciendo
el unicornio todo el día, jugando a pinchar pompas de jabón con
nuestro cuerno. Nadie nos explicó que la vida también consiste en
arar la tierra y mancharse de barro por los demás. O no nos lo
explicaron o, francamente, no lo quisimos entender.
Básicamente el fallo es ese. Nos gusta
tener ideas pero no nos gusta trabajar para llevarlas adelante.
Cuando tenemos una idea escribimos un par de folios en Word
explicándola así como podemos y se la llevamos a un señor para que
nos la compre. No caemos en la cuenta de que ese señor no es tan
inteligente como nosotros y no ve lo que vemos nosotros en nuestra
mente cósmica millennial.
Por eso yo a mis amigos millennials les
trato lo más severamente posible. Les meto en inextricables
laberintos mentales para que lleguen a la conclusión, por ellos
mismos, de que están muy consentidines. Les cierro todas las salidas
para que vean la única posible: dejar de hacer el unicornio, por
favor.
Juan es un padre cuidadoso, didáctico
pero firme. Juan, naturalmente, sufre las iras de sus amigos
millennials como un padre sufre las iras de sus díscolos hijos, pero
¿quién va a hacerlo sino? ¿Tú? No me hagas reír.
Queda inaugurada la Escuela de
Millennials Juan, donde se aprende que serás todo lo listo que
quieras, hijo, pero tienes el culo más blando que la masa del pan.
Empezaremos con unos sanísimos azotes.