¡Que suenen las trompetas! ¡Por fin
un té japonés con todo el sabor y nada de azúcar! Bueno, “por
fin” no sé si es la expresión, el caso es que aquí está, vamos.
Umaicha tiene tres variedades, como las
tuvieron Fruitopía y The Radical Fruit Company. ¡Vaya! Debe ser que
la crisis nos ha dejado a todos sin memoria, porque productos
re-vo-lu-cio-na-rios llevan saliendo toda la vida y siempre terminan
en agua de borrajas. ¿Por qué ahora precisamente estamos deseando
que todo lo que sale sea un éxito?
Debe ser porque la cosa está muy
malita. Si las cosas estuvieran bien nos cuidaríamos más de con
quién nos juntamos, pero como la cosa está malita estamos deseando
que todo sea, de una vez, un éxito. Como estamos a oscuras estamos
deseando que, por favor, algo sea una luz.
¿Realmente un té japonés es algo que
nos morimos por beber en formato refresco? Yo más bien no, yo lo que
me muero por beber en un formato refresco es un refresco. Un té...
¡Bueno! Quizás esté bien tomarse un té en vez de una Fanta de vez
en cuando, claro que sí. Pero no estoy deseándolo-deseándolo. Esto
es más bien el típico pensamiento “como ahora se lleva así lo
natural he tenido una idea que, tío, lo voy a petar”.
Los grandes negocios nacen de visiones,
no de ideas de buscavidas. Un buscavidas, bueno, pues es eso, un
buscavidas. Se busca la vida y va tirando. Si hay que vender té
japonés se vende y si hay que vender chocolate relleno de trufa pues
se vende también. Todos ya sabemos cómo se lanza un producto: se
hacen tres variedades, se reparten unos flyers por las tiendas, se
escribe “NUEVO” con letras bien grandes... ¿Quién no sabe
vender un producto? Esa es una ciencia para prehomínidos, no nos
engañemos.
Lo que ya es más difícil es hacer
algo mínimamente útil. Eso ya sí que casi nadie lo sabe hacer.
Pero es que si aceptamos esta cruel realidad que por cruel no deja de
ser realidad acabamos en una inexorable y todavía más cruel
conclusión: sobra gente. Somos demasiados. La mayoría de las
personas sólo están parasitando el mundo.
Hasta hace poco la Tierra era capaz de
soportar que sus hijos fuesen unos caraduras que cogían mucho y no
daban nada. Sin embargo la Tierra ya no da abasto. No es mal rollo ni
nada, es que no puede. Si por ella fuera lo haría, pero no es una
cuestión de querer. Es que no puede.
Por tanto ¿qué es lo que pasa en
estas situaciones? ¿Qué ocurre cuando una especie rompe el
equilibrio de la biosfera? Suelen pasar catástrofes, huracanes,
cambios bruscos, etc. Justo lo que está pasando ahora. Y si ya la
especie se pasa de lista tiene que acabar siendo extinguida, no por
sadismo, sino porque lo importante es el equilibrio universal, no una
especie demasiado caprichosa.
Los dinosaurios son el mejor ejemplo:
los dinosaurios consumían muchísimo y, francamente, aportar no
aportaban nada. Por eso los dinosaurios se fueron a la extinción y
nos quedamos los mamíferos, que mantenemos nuestra temperatura
constante sin necesidad de recurrir a circunstancias externas y,
encima, ocupamos muchísimo menos espacio y consumimos muchisísimo
menos. Pues eso te estoy diciendo.