domingo, 10 de diciembre de 2017

Chitty Chitty Bang Bang

Yo soy más de Herbie que de Chitty Chitty Bang Bang. Recuerdo que de pequeño pillé esta peli muy esperanzado por su muy sonoro título. Lamentablemente Herbie, con menos pretensiones, mola mucho más.


¿Se puede saber si una película está bien o mal sólo mirando la carátula? Sí, pero requiere entrenamiento. De pequeño, como os he contado, piqué como un simpático gorrino ante los fuegos artificiales de Chitty Chitty.

Saber si algo es canela o un fraude de un solo vistazo requiere, supongo, cierta predisposición biológica y luego entrenar la pituitaria. La pituitaria en estos tiempos está muy atrofiada porque nos fiamos de otros sentidos para discernir: leemos periódicos en vez de mirarle a los ojos a la gente, por ejemplo. Así pueden contarnos cualquier milonga y que el maloso se vaya de rositas.


Dependemos mucho de la tecnología porque la tecnología nos ha fascinado. Yo esto lo veo completamente normal, tranquilos, no os estoy criticando, aunque podría. Cuando te enamoras de alguien dependes completamente de él o ella y cuando te enamoras de algo igual. ¡Muy humano lo vuestro!

Yo no estoy fascinado por la tecnología porque ya lo estuve, no porque sea 100% un viejo gruñón. Para mi gusto la época de fascinarse por la tecnología era cuando las LAN parties. ¡Eso sí que era fascinante! Una nave industrial repleta de gente que ha cargado con su torre y su monitor para jugar al Counter Strike. Hoy todo se hace desde el sofá y eso no es nada fascinante.


La inteligencia artificial tampoco me fascina porque la conozco desde hace mucho. Los enemigos del Counter Strike también están repletos de inteligencia artificial, se cubren cuando disparas y te disparan cuando te asomas. La única diferencia es que antes se programaban conjuntos de polígonos y hoy robots de metal.

Los anuncios de juguetes “de inteligencia artificial” también son muy ofensivos. Tendrán todos los circuitos modernos que quieran pero no molan. No hay nada más triste que un juguete que intenta molar pero no lo consigue, como ocurría con los primeros ordenadores de juguete. ¿Quién quería un ordenador de juguete cuando podías usar el PC de tus padres?


De pequeños no sabíamos ni lo que era una burbuja especulativa. Todo lo que sabíamos es que este juguete mola y este otro no mola, sin querer pinchamos decenas de burbujas que no iban a ninguna parte. ¿Creéis que ahora que somos mayores las cosas han cambiado? No, sólo que ahora se nos exige “saber de la actualidad” y nos fijamos en la forma descuidando el fondo.

¿No os daría pena llegar a viejos y daros cuenta de que os timaron como a tontos cuando empezasteis a ser mayores? A mi muchísima. Por eso os insto a que no leáis tanto blog y os fijéis en lo que mola y no mola de raíz, como cuando erais pequeños. Es la única forma de hacer las cosas bien.