La sobrasada es, digamos, un chorizo
para untar. A mi esa mezcla como tan pasada de vueltas no me gusta
mucho, me parece una guarrería. Si vale hacer chorizo para untar
vale hacer sopa en bocadillo, supongo.
La sobrasada para mi está dentro de
esa categoría de alimentos que deberían gustarme pero no me gustan
por razones de asco personal, junto con el salmón y el gazpacho. El
salmón me sabe como a chicle carnoso y el gazpacho es una papilla.
Las papillas me repugnan, por tanto las cremas y todo lo que tenga
esa textura me da ganas de vomitar.
Además, las gambas no son más que
cucarachas marinas que cueces y te comes en Nochebuena. Si te cuecen
unas cucarachas ¿te las comes? Pues las gambas son iguales sólo que
en vez de en las profundidades de tus tuberías viven en las
profundidades del océano. Lo único que las distingue es la
dificultad para capturarlas. ¿Valoramos las cosas no por la cosa en
sí sino por lo que nos cuesta conseguirla?
El oro no tiene nada de particular, no
lo echas en una máquina y salen alimentos. El oro es valioso porque
hay poquillo, según tengo entendido. Los diamantes valen más porque
hay menos todavía, la plata hay pero menos y el bronce ya hay como
mucho. En función de la cantidad de algo es más valioso o menos, el
valor intrínseco nos la suda.
¿Se puede subvertir esta
conceptualización infantil de la realidad en pos de una abundancia
universal? Esto es ¿podemos ser ricos todos? Pues no veo por qué
no. Cuando era pequeño siempre pensaba que para acabar con la
pobreza no había más que imprimir más billetes. Luego me dijeron
que no, que si imprimes muchos billetes reduces el valor de la
unidad. ¿Seguro, profe? Porque esa norma te la estás inventando tú.
¿Por qué no inventas otra que funcione mejor, profesor melón?
El concepto riqueza se inventó como el
concepto gambas: el que tenga más de esto, que hay poco, gana. Si
ahora la humanidad es infantil no quiero ni pensar cómo era cuando
se inventaron estas normas, por Sumeria imagino o por ahí. Vamos, si
esto es un patio de colegio aquello debía ser el útero materno
todavía.
El concepto riqueza no se inventó como
concreción de la abundancia, sino como una manera de vengarte de tus
amigos. Como me habéis vacilado mucho ahora yo me hago rico y el que
vacila soy yo. Básicamente esa es la idea de “riqueza” que
tenemos hoy en día. Que haya niños en África que las moscas se
comen sus ojos nos da igual. Cualquier cosa antes de tener que ir por
la vida sin sacar pecho.
Ningún rico se caracteriza por
repartir sus riquezas, ¿no? Todo lo contrario, el menos filantrópico
es el que más tiene. Por tanto yo no sé de qué te extrañas, mi
torpe lector, porque la idea que tienes del mundo, en última
instancia, lleva a que Donald Trump sea presidente. El más egoísta
gana. ¿No es así?
Por tanto, lector errado, para que el
mundo cambie primero tendrás que cambiar tus ondas cerebrales.
Porque con esas ondas cerebrales que vas emitiendo creas un orden
social en el que gana Donald Trump. ¿Lo ves cómo eres tonto? Te lo
digo siempre, pero nunca me haces caso. ¿Será porque eres tonto?