martes, 26 de julio de 2016

Child of Eden

Videojuegos experimentales. ¿Qué os voy a decir que no sepáis? Son ese falso profeta que aparece cada poco tiempo a decirnos que nuestra salvación está en su mano. Peter Molyneux, Phil Fish... Los reyes del hype. También me gustaría meter al cabecilla de Gears of War, juego que no me parece para tanto dicho sea de paso y que ahora ha abierto una cafetería de concepto, tras ser apartado de Epic Games.


Mi corta vida me ha enseñado la importancia de la estructura. Todo el mundo puede pisar el acelerador y poner el coche a 260, pero temo que no podrás mantener esa velocidad mucho tiempo. O se te agotará la gasolina, o el coche se romperá, o, en el peor de los casos, tendrás un grave accidente en el que tu cuello quede atravesado por un trozo de metal retorcido. Y eso sería una putada.

Como podemita, lamento mucho que “mi” partido sea esclavo de esa emoción tan 2008-2016. Como predijeron las escrituras, en el final de los tiempos aparecerán muchos falsos profetas que tratarán de embaucaros. Es cosa natural, porque ante el final de los tiempos uno se pone nervioso y dice cualquier tontería que se le pasa por la cabeza. Yo no culpo a los falsos profetas, en todo caso a su mala cabeza por no haber tenido la sensatez de crear una estructura suficientemente fuerte como para aguantar las idas y venidas de una mente nerviosa, tanto por su brillantez como por la presión que hay sobre ella. Es, podríamos decir, un error de novato.

En el mundo de los videojuegos hay tanto hype que si quieres hacer un master de detección de farsantes te insto, mi querido amigo, a que te pases por los blogs de referencia videojueguiles durante unos cuantos años. Con el tiempo aprenderás, de forma natural, a separar el grano de la paja con sólo mirar una portada, con sólo ver unas fotos en primicia, con sólo leer unas declaraciones de los creadores. Es algo que ya forma parte de mi, como lo son de Robocop sus circuitos.

Por eso cuando paso por la calle y veo barberías hipsters, panaderías de pan de masa madre, tiendas de cómics antiguos, todas abiertas por, estoy seguro, compañeros votantes del mismo partido, se me cae el alma a los pies. ¡Buena idea, pero se la lleva el viento! ¿Has pensado cómo vas a pagar el local con unas ventas tan discretas? ¿Realmente crees que en el 2016 los cómics le interesan a alguien ya? ¿Cómo osas hacerte llamar empresario, robaperas? He visto muchas veces esto, campañas flojas por ideas poco pensadas. Por dejarte llevar por la emoción de lo genial que eres. Por ser, en resumidas cuentas, un aficionado.


Child of Eden no es un juego hipster, en este sentido. Tras Child of Eden hay un concepto mucho más interesante que se planteó genialmente en el Rez de Dreamcast y aquí se perfeccionó. De nuevo, prefiero la primera parte, por ser más pura, por estar menos repensada, por tener más chicha que limoná.

¿He aprovechado el review de un juego para hablar de lo primero que se me ha pasado por la cabeza? Pues evidentemente. Es lo que hago siempre. ¿Todavía no lo has notado?