Videojuegos experimentales. ¿Qué os
voy a decir que no sepáis? Son ese falso profeta que aparece cada
poco tiempo a decirnos que nuestra salvación está en su mano. Peter
Molyneux, Phil Fish... Los reyes del hype. También me gustaría
meter al cabecilla de Gears of War, juego que no me parece para tanto
dicho sea de paso y que ahora ha abierto una cafetería de concepto,
tras ser apartado de Epic Games.
Mi corta vida me ha enseñado la
importancia de la estructura. Todo el mundo puede pisar el acelerador
y poner el coche a 260, pero temo que no podrás mantener esa
velocidad mucho tiempo. O se te agotará la gasolina, o el coche se
romperá, o, en el peor de los casos, tendrás un grave accidente en
el que tu cuello quede atravesado por un trozo de metal retorcido. Y
eso sería una putada.
Como podemita, lamento mucho que “mi”
partido sea esclavo de esa emoción tan 2008-2016. Como predijeron
las escrituras, en el final de los tiempos aparecerán muchos falsos
profetas que tratarán de embaucaros. Es cosa natural, porque ante el
final de los tiempos uno se pone nervioso y dice cualquier tontería
que se le pasa por la cabeza. Yo no culpo a los falsos profetas, en
todo caso a su mala cabeza por no haber tenido la sensatez de crear
una estructura suficientemente fuerte como para aguantar las idas y
venidas de una mente nerviosa, tanto por su brillantez como por la
presión que hay sobre ella. Es, podríamos decir, un error de
novato.
En el mundo de los videojuegos hay
tanto hype que si quieres hacer un master de detección de farsantes
te insto, mi querido amigo, a que te pases por los blogs de
referencia videojueguiles durante unos cuantos años. Con el tiempo
aprenderás, de forma natural, a separar el grano de la paja con sólo
mirar una portada, con sólo ver unas fotos en primicia, con sólo
leer unas declaraciones de los creadores. Es algo que ya forma parte
de mi, como lo son de Robocop sus circuitos.
Por eso cuando paso por la calle y veo
barberías hipsters, panaderías de pan de masa madre, tiendas de
cómics antiguos, todas abiertas por, estoy seguro, compañeros
votantes del mismo partido, se me cae el alma a los pies. ¡Buena
idea, pero se la lleva el viento! ¿Has pensado cómo vas a pagar el
local con unas ventas tan discretas? ¿Realmente crees que en el 2016
los cómics le interesan a alguien ya? ¿Cómo osas hacerte llamar
empresario, robaperas? He visto muchas veces esto, campañas flojas
por ideas poco pensadas. Por dejarte llevar por la emoción de lo
genial que eres. Por ser, en resumidas cuentas, un aficionado.
Child of Eden no es un juego hipster,
en este sentido. Tras Child of Eden hay un concepto mucho más
interesante que se planteó genialmente en el Rez de Dreamcast y aquí
se perfeccionó. De nuevo, prefiero la primera parte, por ser más
pura, por estar menos repensada, por tener más chicha que limoná.
¿He aprovechado el review de un juego
para hablar de lo primero que se me ha pasado por la cabeza? Pues
evidentemente. Es lo que hago siempre. ¿Todavía no lo has notado?