sábado, 30 de julio de 2016

Super Mario Bros

¡Cuánta injusticia! ¡Cuánta hiel ha tenido que aguantar esta película! Pero ese es el destino de los grandes. El acero afila el acero y así es cómo se consiguen las cosas eternas, a prueba de bombas.


No, yo no comparto que esta película sea una afrenta a los Super Mario Brothers. Tengo que decir que si a mi me dieran una franquicia tan informe como lo era Super Mario Bros en 1990 no haría algo fiel al concepto, más que nada porque no existe concepto al que serle fiel. Por aquel entonces sólo se había llegado a Super Mario Bros 3 y de aquello no se podía sacar una película de Hollywood. Vamos, no se puede hoy en día, imagínate entonces.

Super Mario Bros es una película que interpreta un esbozo de idea. Bastante brillante me parece el universo que se sacaron de la manga como para meterse con él. ¿Qué esperabas? ¿Una película de animación en la que Mario y Luigi tuvieran que rescatar a Peach, otrora Toadstool? Tío, para eso estaban los dibujos del sábado por la mañana. En Hollywood hacemos las cosas de otra manera.

Redujeron el concepto Super Mario Bros a la más mínima expresión y desde ahí construyeron una nueva ejecución completamente distinta a lo que ofrecían los videojuegos. Pues claro. Así es cómo se hace. Pero la esencia está, microscópica, como la punta de un rayo láser. Minúscula pero potentísima.


De hecho, seguro que fue así porque de eso es de lo que va la película. De reducir organismos evolucionados a su mínima expresión. Es evidente que el guionista nos da pistas sobre lo que tenía en la cabeza.

Si alguna vez te has colocado ante una página en blanco sabrás que este es uno de los ejercicios más difíciles que se pueden hacer, si no el más. Llegar a un concepto puro y sin fisuras es difícil, pero destilar una obra hasta llegar a él y luego reconstruir otra es la polla. Es a lo que aspira gente como Charlie Kaufman, empecinado en la pureza, en lo exquisito, en el más difícil todavía.

También entiendo que estas cosas son para los estudiosos de la materia, no para ir a comer palomitas. Yo me deleito en estos asuntos, pero entiendo que tú quieras comer chocolate y engordar. Vamos, no sabes lo perfectamente que lo entiendo.

Por eso esta pieza de mi colección es tan brillante. Vamos, no es que sea brillante, es que rezuma vibraciones de exquisitez, es la antena de telefonía móvil que te programa el cerebro para actuar de forma correcta. Emite el código que en su interior lleva cifrada la clave de un mundo superior.


O sea, que mira lo que me gusta a mi esta película.