viernes, 22 de julio de 2016

Pokemon Go, el detecta-indocumentados.

Si vives en este mundo sabrás que ha salido Pokemon Go. A mi, francamente, plim. No me lo he bajado ni pienso, pero con leer el tsunami de posts que hay sobre esto (y que uno ya es perro viejo en esto de los videojuegos) uno ya capta con bastante facilidad de qué va. Capturar Pokemons aprovechando las capacidades de geolocalización de los smartphones y la famosa realidad aumentada. Guay. Ya pillo. No soy tonto.

A mi me parece un juego cojonudo. No me parece noticia que Nintendo haga una killer app, lo que me parecería noticia es que no la hiciera. Nintendo es la salvadora de los videojuegos desde el crack de 1983 y no ha parado de pegar la campanada y de intentar el más difícil todavía desde entonces. Lo que sí me resulta irritante (soy facilito de irritar, también te lo digo) es los ríos de tinta que esto ha movido.

Me gusta meterme de vez en cuando en LinkedIn a ver “qué se cuece” y a promocionar mi propia mierda. Y ha coincidido que estos días me he metido coincidiendo con el lanzamiento de Pokemon Go. Como yo trabajé en publicidad, tengo la suerte o la desgracia de tener entre mis contactos a muchos planners, a muchos “business seekers”, a mucho enterado en general. Y están todos con el culo hirviendo con la “next big thing” que Nintendo ha tenido a bien lanzar al mundo.

Unos dicen “¡Es una maravilla!”. Vale. Otros, que van más de superiores, se hacen los estrechos. “Sí, pero esto no tiene recorrido, Nintendo, a mi no me la das”. ¡Cómo nos gusta a los listos de turno torcer la boca ante un éxito indiscutible! Nos hace sentir superiores al éxito en sí. No nos crucifiquéis, somos humanos. Al menos no estafamos a ancianos con acciones preferentes, que también podríamos estar haciéndolo perfectamente.



Llega el momento de la irritación. Todos los que hoy hablan de Pokemon Go entran al despacho de su jefe. “¡Jefe! ¡Se va a romper las manos de aplaudirme! ¡Su cachorro ha detectado una tendencia a-bru-ma-do-ra! ¡Pokemon Go! ¿No sabe lo que es? Yo se lo explico”. Y el nota en cuestión hincha su pecho y empieza a hablar del asunto.

No tengo nada en contra de que la gente vea las noticias. Bueno, podría, pero no quiero hilar tan fino. Pero sí que me irrita (insisto) el que este tipo que entra al despacho del jefe, me temo, en 1996, que es cuando nació Pokemon, estaría mirando por encima del hombro al que estuviera interesado en esa “ridícula tontería para niños inadaptados”. Me temo, para mi desgracia, que ese tipo, 20 años después, es el mismo que ha entrado al despacho de su jefe hablando de Pokemon y de Nintendo como si de El Santo Grial y El Arca de la Alianza se trataren. ¿A usted no le ofende esto? Debería, mi buen lector.

Cuando una cosa ha tenido éxito no tiene ningún mérito elogiarla. Coño, ya ha tenido éxito. ¿Para qué necesita tu apoyo? Le sobras. Lo grave es que no la estás apoyando, sino que estás intentando aprovecharte de su reflejo. De tirar de su rebufo, ya que tú no tienes envergadura para avanzar por ti mismo.



“The new needs friends”, dice Ego, el crítico culinario de Ratatouille cuando ha comprendido la magnitud de su obcecamiento y de cuán soberbio ha sido. Naturalmente, al apoyar el plato cocinado por una rata pierde su credibilidad y su trabajo, pero gana el respeto por sí mismo que ya ni recordaba.

El mundo no necesita palmeros. No necesita (más) arribistas. Necesita gente que se sienta en una mesa y se pone a pensar seriamente cómo hacer que los niños y no tan niños de 2016 se diviertan. Necesita gente competente, que pone su esfuerzo y su corazón al servicio de los demás. Y, si Dios tiene a bien dárnoslos, gente que les apoye en la fase en la que nadie cree en ellos. Sólo así se puede llegar a algo y el mundo puede avanzar.



Lo que sobra es el amigo que te llama cuando te va bien. ¿Qué interés tiene eso? ¿Para qué te quiero ahora? Te necesitaba cuando estaba en el garaje de mi familia montando un puto ordenador con cuatro tablas y unos chips que robé del basurero de la tienda de informática. ¿Para qué te quiero cuando mis acciones están rompiendo el techo? No te ofendas, pero para estorbar. Tú no eres un amigo, eres un farsante. Y no quiero farsantes a mi alrededor. Y menos cuando he creado Apple.

Por eso el fenómeno Pokemon Go a mi en lo que me hace pensar es en la purga. Imagino a ese empresario achuchado porque-no-llega-no-llega. Tiene muchos empleados y teme que no todos son productivos. ¡Rayos! ¡Pero esto es una gran empresa! ¡Con lo que tengo encima no tengo tiempo para ir empleado por empleado fijándome en quién tiene talento y quién no! ¡Qué movida! Necesito un método rápido para separar el grano de la paja.

No se preocupe, amigo empresario, amigo emprendedor, amigo creador de riqueza. Yo, su humilde servidor, tengo la solución.

Siéntese cómodamente es su despampanante despacho. Póngase un cafelito y espere, amigo, espere. Pronto, muy pronto, llamará a su puerta un empleado a hablarle de Pokemon Go y de las in-fi-ni-tas posibilidades que eso puede representar para su modelo de negocio. Deje que hable con una sonrisa en la boca. Asienta, tampoco sea maleducado. Dele las gracias y deje que se marche por donde ha venido. El proceso se repetirá varias veces, dependiendo del tamaño de su empresa y de la cantidad de pesos muertos con los que cuente.

Al final del día, con 0 esfuerzo, tendrá una lista de la gente que es prescindible en su empresa. ¡Sin levantarse de la silla! ¡Ellos mismos habrán venido al matadero! Vamos, esto es un método y lo demás son tonterías, ¿no cree?



Despídales urgentemente. Ellos mismos se han delatado, no tiene que pensar demasiado. Ellos mismos han confesado el crimen. Y ahora, con la empresa limpia, váyase a fijarse en los empleados que le quedan.

Fíjese en el raro. El que juega con un cachivache inusitado. El que no se sabe atar los cordones de las zapatillas. El que le huele el aliento. Pregúntele cuáles son sus intereses actualmente. De forma gratuita, tendrá de primera mano aquello que estará de moda en el mainstream dentro de viente años, como Pokemon, y podrá poner sus barbas a remojar. Y todo gratis. ¡Gratis! ¡Gratis! La palabra mágica.

¿Para qué necesita usted a personas que le comunican las modas con veinte años (veinte) de delay? Para lo mismo que un reloj que atrasa veinte minutos por norma: para absolutamente nada. Póngalo en Wallapop. O en el paro.