Una cosa que me molesta son las cosas
pedorras. Llámame moro, pero no soporto el humor “de chica”.
Tiene la característica de parecer estar suplicando un aplauso que
no se merece, pero por pena se lo das. O porque si no no metes.
Rayman apareció cuando aparecieron las
grandes mascotas, justo después de Sonic. A todas las compañías
les pareció muy buena idea que una simpática mascota abanderase su
imagen y todas le lanzaron a crear la suya propia, con mayor y menor
suerte. Sin embargo todas acabaron en el olvido por tener todas el
mismo fallo: no eran Sonic. Cuando haces algo pensando en imitar a
alguien da casi por seguro que ese algo no va a durar. Naturalmente,
porque no estás aprovechando tu propia energía sino que imitas la
de otro. Y la imitación es un trabajo terriblemente cansado para el
organismo.
Rayman en realidad es una mascota
horrenda, cuya única característica original es no tener piernas ni
brazos pero sí manos y pies. O sea, que así, de entrada, como
mascota no me gusta. Y luego ese humor que tiene... Brrrr... No es
humor de chica, es otro peor: el de chico “así como flojito”. El
de ese chico que se las da de inteligente pero como tiene unas
pelotas tamaño canica todo lo que suelta no son sonoros pedos sino
frágiles cagarrutillas, prrrrrrrtz... De las que te pintan un
Jackson Pollock en la taza del water. Es el humor de Guardiola, que,
como ya delató Mourinho, sólo es un mariquita que se esconde en
filosofía.
En estos años hipsters este humor se
ha adueñado de todo, como parte de la gran bola de mierda que ha
caído sobre el mundo. Si la economía ha estado hecha pedazos,
imagínate la cultura. Y, más allá, su parte más importante, el
humor. Un humor que ni pincha ni corta porque si pinchase y cortase
podía hacer demasiado daño a un sistema enfermo de sí mismo que,
encima, no quiere que le digan sus faltas por orgullo. Es lógico que
los únicos humoristas aceptados estos años hayan sido los malos.
A mi Rayman me recuerda a este tipo de
humor. Me imagino a su creador como un francés bobalicón de culo
estrecho que no para de comer queso y llevar sueters negros. No se
puede ser más irritante con menos, ¿no os parece?
Y, bueno, lo que es jugarlo te gusta,
porque para eso lo has pagado. Y que hace mucho que no juegas a un
plataformas. Y que no quedaba más remedio que aceptar la mediocridad
hipster, chico, qué sé yo.