miércoles, 27 de julio de 2016

Bayonetta

¿No conoces Bayonetta? Joder, tío, menudo puto indocumentado eres, ¿no? ¿A qué te dedicas tú? ¿A hacer todo lo posible por vivir debajo de una piedra? Habrase visto.


Bayonetta es el buque insignia de Platinum Games, esa compañía formada por líderes videojueguiles de otras empresas clásicas de gran envergadura pero que no satisfacían sus necesidades creativas. Vamos, lo que se dice algo habitual, el abc de la evolución humana.

Cuando pasa esto hay dos opciones: o que los “genios creativos” en cuestión lo sean y no necesiten comillas y hagan un nuevo estudio de calidad, como en el caso que nos ocupa, o que los tales “genios creativos” necesiten la hostia de comillas y sean unos putos paquetes que lo que tienen son muchas ínfulas y muy poco talento. Podemos poner de esto como ejemplo a Peter Molyneux y su nueva 22 Cans, con toda la prudencia necesaria. A ver si dentro de dos días me va a callar la boca.

El caso es que los componentes de Platinum Games se delatan por su procedencia. Cuando haces un movimiento de este tipo en los primeros juegos “das el do de pecho”, porque vienes de un entorno donde “no podías expresarte todo lo abiertamente que querías”. Así que los juegos resultantes de los primeros años de este tipo de estudios son como el humo de un tubo de escape que se acaba de desatascar: un humo de muy buena calidad.


La movida es: ¿qué es lo que realmente te movió a hacer lo que has hecho? ¿Hacer una compañía de calidad o escapar de donde estabas? Sé que si me meto con Platinum Games me meto con el Santo Grial, pero también te digo que el primero que dijo que PG era la hostia fui yo, cuando nadie ni la miraba. Así que, como está claro que el que tiene razón siempre soy yo, me temo que vais a tener que contener vuestra agresividad.

Platinum Games es una compañía de mucha calidad un poco Guardiola. Un poco pedorra. Un poco perdida en grandes discursos en las reuniones creativas, me temo. Un poco envenenada del néctar vacuo de la belleza por la belleza. Un poco Vega del Street Fighter. ¿Puedo yo resistirme, amigo lector, a un discurso como ese? Difícilmente. Soy débil ante esos argumentos. Pero también te digo que me dejo follar hasta que se van a correr, en ese momento les saco la polla de mi culo y me como sus cabezas, como una mantis religiosa.


Eso he hecho con Platinum Games. Siempre me dio la sensación de lo que estoy contando, sólo que, bueno, se lo pasas. Tampoco vas a caer sobre ellos como un luchador de sumo. Te dejas follar. Sabes que la corrida va a estar envenenada, pero te dejas follar. Total, follan bien. ¿Por qué dejarlo? Pero sabes, sospechas, algo te dice que su semen tiene bicho. Que tienen sida. Y eso no lo vas a dejar meter en tu culo.

La polla de Platinum Games ya me la he sacado del culo hace tiempo. Sabía lo que iba a pasar, sabía que se iban a estrellar. Estaban demasiado ensimismados con su divinidad. Cuando pasa eso pierdes de vista la realidad y te pegas una hostia. La hostia de Platinum Games ha sido Las Tortugas Ninja, anunciada por un Transformers Devastation no tan bueno como a todos nos gustó creer.

Así que ya sabéis, niños. El mundo está lleno (lleno) de sidosos creativos. Gente que vive engañada sobre su propia calidad. Personas débiles como para tener la humildad de mirarse al espejo y poder mejorar. Y para evitar este acto tan humilde, tan sencillo, prefieren embaucaros a vosotros, que no tenéis la culpa de nada, para que compréis su discurso vacío, lleno de agujeros, y así no hacer aquello que más alergia les da: trabajar.