miércoles, 26 de julio de 2017

Como Conejos – Ralf König

Como Conejos es la obra de Ralf König en la que deja de interesarse sólo por las vicisitudes del alma gays y se empieza a interesar por las de los heterosexuales, que también somos personas.


Como Conejos va de un heterosexual gordito que su novia es una estrecha. Un día la novia le pilla mirando una revista de una tal Samantha Whopper y ya la tenemos liada. Le monta el pollo y le deja plantado con la revista. El pobre gordito se deprime hasta que empieza a llevarse con su vecino gay y descubre que los gays no se comen tanto el coco por según qué cosas.

¡Menudo asunto! ¡Cómo entra a matar el calmado costumbrismo de König! ¿Cómo decir que tiene más razón que un santo pero sin caer en la vulgaridad de decir que todas son unas estrechas se mire como se mire? Pues con mucho cuidadito, imagino.


A mi siempre me ha llamado la atención lo inmaduras que son las viejas. Estás en el supermercado y una vieja de 70 años se te cuela. ¡Se te cuela! Como si en vez de 70 años tuviera 7. Siempre pienso en qué rayos habrá estado haciendo esa gente durante 70 años, porque convertirse en un venerable señor (o señora) parece ser que no. Se han pasado 70 años haciendo trampitas para salir adelante. Su comportamiento en el supermercado lo demuestra.

Con todo el resto de temas incluido el sexo hacemos lo mismo. Lo vamos dejando. Todo lo que tiene un interés real detrás lo vamos dejando. ¡Tengo 40 años y aún dependo de este amigo con el que me comporto como si tuviera 13! Pero lo vamos dejando. Y un día soplamos las velas del cumpleaños siendo un niño arrugado y senil.


Por tanto tenemos relaciones adultas ridículas porque no hemos dejado de comportarnos como niños. Y esto aquí entre nosotros guay, pero no te creas que el CEO de Amazon se libra de esta criba. Aquí no se libra ni el apuntador. Así que desde el limpiazapatos de Gran Vía al CEO de Snapchat somos todos unos niñotes sobrevalorados.

¡Pues ya me dirás tú para qué te compras la revista Forbes! ¡Píllate la Super Pop, al menos eres honesto contigo mismo! De jugar a un juego de niños prefiero las canicas, no a ver quién devora la gran corporación de quién. Las empresas se tienen que hacer para que funcionen, no para sublimar tus evidentes traumas de la infancia.


No te engañes, jamás dejarás de ser un niño. Es imposible. Esa es la gracia. Así que ¿por qué no lo admites y dejas de hacer OPAs hostiles? Hacemos esto: en vez de mezclar trabajo con patio de recreo los separamos. De las 8 horas de trabajo te pasas 4 jugando a la Xbox y las otras 4 trabajas pero bien, no haciendo el saltimbanqui. Y en tres meses vienes a que te diga qué hacer después.

Es que si no me pongo así va a ser peor para ti. Yo te dejaba, pero me da como cosa verte ahí comprando acciones cuando lo que tenías que hacer es estar matando marcianos en la consola. No sé, eras un niño tan prometedor, con tanta luz en la mirada...