viernes, 21 de julio de 2017

Street Fighter – La Leyenda

Esta peli no es la Street Fighter de Raúl Juliá y Jean Claude Van Damme, es otra que no sé quién sale en ella. Lo que sí sé es que en la portada sale Vega, el villano español. ¡Qué maravilla!


Cuando ves a un español dentro de un asunto de extranjeros te sientes muy bien porque imaginas que ese español debe ser superior a la media de españoles para que un grupo de extranjeros (superiores a nosotros en líneas generales) le hayan admitido en su club. Cuando ves que la representación española en Street Fighter es de la talla de Vega te pones contento, feliz.

Para empezar, podrían no habernos dado representación en el juego. En Street Fighter II había un español pero no había ningún italiano, ningún francés, ningún alemán. ¡Muchas cuentas saneadas pero en Street Fighter II no os invitaron! ¿Quién ríe ahora, pomposos europeitos?


Evidentemente reímos nosotros, porque mientras ellos no dan la talla para un juego de lucha one on one nosotros teníamos una fase especial, en la que en el fondo había una reja para que Vega se subiese en ella y pudiera ejecutar acrobacias mortales. Además, un alegre grupo de bebedores y bailarinas de flamenco veían el combate dando una imagen de España por el mundo muy buena, de fiesta continuada. Los europeos nasty.

Está claro que los alemanes para fabricar maquinaria muy bien pero para pelear con Ryu muy mal. Si hubiésemos dejado la antepenúltima fase del Street Fighter II en manos de un alemán el juego hubiese sido mucho más fácil y, por tanto, mucho menos interesante.


Además Vega es el único luchador de Street Fighter II que tiene armas. ¡Los españoles siempre jodiendo! ¡Somos la hostia! La peña entrenando para que sus puños sean como rocas y nosotros compramos en los chinos una garra de acero y una máscara ninja del mismo material y nos quedamos tan anchos. ¿No es el carácter español una cosa como totalmente folclórica, como la risa total?

Además, Vega es repugnantemente vanidoso, gustoso por la sangre y viste con ropa de torero. ¡Diablos! ¡Este sí que es un villano cañero! ¿A quién se le ocurre inventarse un torero ninja? A un español desde luego que no, primero porque nosotros no inventamos nada y segundo porque los toreros nos parecen cutres, no como a los extranjeros, que les parecen apasionantes.


Vivir en un país que es como la taberna del mundo te moldea quieras que no. Puedes luchar contra ello, añadiendo más peso si cabe a tu dolorida espalda, o puedes sacarle todo el partido que puedas. Esto de que nos vean como una gran discoteca por un lado da vergüenza pero por otro te hace ser el Tony Manero planetario. Y yo, desde luego, tengo disco en las venas.

Así que tú vete a pelearte con los sevillanos y con los pamplonicas en sus fiestas populares que yo me voy a hacerme el torero ante agradecidos foráneos. Cuando vuelva ya me cuentas qué tal te ha ido si no te han arrancado la lengua.