jueves, 13 de julio de 2017

Cuaderno Popeye

Mi mente matemática preclara me alerta de que están relanzando a Popeye. Hace un par de meses vi unos caramelos de goma Popeye que parecían nuevos, no diría que llevaban mucho tiempo en el mercado. Y hoy me encuentro con este cuaderno de la efigie de Popeye. Todas las señales apuntan hacia el mismo sitio.


Como en los caramelos, este Popeye está dibujado hoy. No han cogido una imagen clásica de Popeye, se han molestado en redibujarlo para adaptarlo a nuestro paladar actual. Como detalle interesante el dibujo está desgastado, como si nos quisieran sugerir un sabor vintage. No diría que es mal trabajo, discreto pero funciona. Me encantan las cosas discretas que funcionan.

¿Me gusta a mi mucho Popeye? ¡No mucho! Todo lo que ocurrió antes de que yo naciera me parece de viejos, no me interesa nada. Pero el aroma a "aquellos tiempos cuando las cosas se hacían para que durasen" sí me gusta. Así que este cuaderno de Popeye me gusta.


Jamás me compraría una camiseta de Popeye. Me haría sentir un "viejoven", que es un viejo que no es que sea joven, sino que echa de menos su juventud. Son cosas muy distintas.

Yo estoy de mi niñez hasta los putos cojones. Llevo revisitándola desde el día siguiente a terminarla. Digamos que yo tengo un trabajo interior muy concienzudo, nunca empiezo una etapa nueva sin haber digerido la anterior. De hacerlo todo se desmoronaría tarde o temprano y paso candela de las chapuzas, que ya hay bastante chapucero suelto.


Ser un viejoven es una cosa que no me gusta nada. Tienen todos así como cara de ositos de peluche, como de moñas que son amables no porque les salga de dentro, sino por a ver si les van a dar una hostia. Eso me da como asco, como de tío que le voy a tener colgando del pene constantemente.

Un viejoven da la sensación de que es un niño de 10 años que se ha seguido haciendo viejo. No tienen un desarrollo normal, su parte vieja crece pero su parte joven se ha quedado. Peor sería ser un pijo, que su parte joven no es que se haya quedado en los 10 años, es que se ha quedado en los 6 meses y con dolores inconcebibles para un ser humano del siglo XXI.


Yo prefiero ser normal, disfrutar de las cosas guays que me ofrecen los tiempos que vivo porque los que viví los viví y muy bien. Pero quedarme constantemente en esa nostalgia por las tostas de Nocilla... ¡Buf! ¡Qué loser! Me parece superloser, lo siento si es tu caso.

De estar digiriendo ahora una etapa es la de mi juventud, no la de mi niñez, que la tengo masticadita y perfecta, no tengo ningún problema con ella. Lo que pasa es que los viejóvenes, como su propio nombre indica, todavía son jóvenes. ¡Yo no! ¡Yo soy viejo 100%! ¡Albricias! No veía la hora. Ahora puedo ser normal y que nadie me diga nada.