Tengo entendido que el TMEO es (o era)
una institución en el País Vasco. Para mi era un El Víbora menor
pero para la gente de allí era algo a lo que tener mucho cariño.
Estoy a favor de la aldea global con peculiaridades regionales.
Cuando me enteré que había cómics
más allá de Mortadelo no salía de mi asombro. Había tebeos en los
que salían tetas y pitos. ¡Pero bueno! En el Makoki incluso había
una historieta sobre coprofagia y una de sus viñetas la tengo
delante ahora mismo, en los ojos de mi imaginación a largo plazo.
Bueno, medio. ¡Tampoco soy tan viejo!
Me compré mi primer El Víbora en el
aeropuerto antes de salir a uno de esos viajes a Inglaterra para
aprender inglés. Me quedé patidifuso contemplando que había otros
estilos de dibujo que no pertenecían a la escuela Bruguera. La
cultura es así, aparece cuando menos te lo esperas. Ya ves, en el
aeropuerto.
A partir de ahí coleccioné El Víbora
hasta que llegó el triste día de su defunción, uno de los años de
principios de siglo. Lo recuerdo porque lo llevaba a mi primer
trabajo y quedaba muy de guay mandando mails generales pidiendo la
salvación de El Víbora. Todos aquellos lugares por los que paso
quedan impregnados de mi dorada capa externa.
¿Se puede enseñar a ser guay? Sí y
no. Si yo te enseñara a ser guay primero te tendría que enseñar a
dejar de ser gilipollas y ese es uno de los trabajos más duros a los
que se puede enfrentar uno, si no el más duro. Deconstruir una farsa
insultante es difícil porque su dueño la tiene en mucha estima a
pesar de ser aquello que le impide avanzar.
Ser guay, en resumidas cuentas, es ser
como tú eres. No, no como te crees que eres, ahí es donde cometes
el error crucial. Te has montado una película tan complicada para no
dar la cara que ahora no puedes salir de ella. Tu peli se cimienta en
una serie de compromisos adquiridos desde tu infancia que tendrías
que romper para deshacer la película. Pero como eso es la leche de
duro porque te van a dar hasta en el carné de identidad pasas.
Aún te diré más: cuando los rompas
te vas a quedar exactamente como cuando los adquiriste, desnudo como
un niño. Y eso a tu edad es la hostia de vergonzoso. Así que
piénsate otra vez si realmente quieres ser guay porque es un camino
duro.
Yo creo que con todo el camino que
llevas andado y con tu escasísimo talento vamos a tirar de plan B.
Mejor te voy a vender cosas que le hagan pensar a la gente que eres
guay. No lo serás de verdad pero lo parecerás y para ir tirando
vale. Con mi capa dorada la gente flipará contigo y te sentirás muy
bien, energía que podrás usar para mientras ir dejando de ser
idiota.
Pero vamos, que te lo hago como un
favor. Para que veas que tan-tan gilipollas no me pareces.