Mi osadía es tal que me he puesto una
película francesa en versión original sin subtítulos. Así, de
primeras dadas. Forma parte de mi método para aprender idiomas,
escucharlos como un bebé, desprejuiciadamente.
Tener unas estructuras mentales
arraigadas como un roble pero flexibles como un junco me permite
hacer estas cosas que vosotros, pobres mortales, sólo os atrevéis a
soñar. ¿Cómo si no a un tipo se le va a ocurrir aprender un idioma
desde cero con ninguna estructura teórica?
Pues llámame loco, pero mi idioma
materno lo aprendí así y lo hablo de puta madre. Así que no sé
por qué no voy a poder repetir el proceso dos veces.
Como soy muy fan de los retos
personales que me dejen fulminado este reto se me antoja facilillo.
Estoy tan fulminado ya que esto va a ser como un paseo junto al río,
donde crecen los juncos, flexibles como mis estructuras mentales.
Pero ¡ay de los que no las tengan
flexibles! ¡Rezad, hermanos! Esos pobres diablos mal educados van a
pasar calamidades terribles para que se deshagan los nudos cerebrales
que los mantienen en tinieblas. Que recéis, digo.
Si me pongo en su pellejo me tengo que
tomar un tubo de pastillas, así que con vuestro permiso esta vez la
empatía os la dejo a vosotros. Que yo me voy a cortar las venas de
tanta empatía.
Aparte de la empatía tengo muy
desarrollada la capacidad para reírme de la gente, así que este
espectáculo lo voy a contemplar tomando palomitas. Como muy relajado
todo, como muy en el circo viendo a Fofó.
Entended que yo ya he tenido empatía
para parar un tren. Porque me pase un veranito mirándome al ombligo
y sólo (ojo) al ombligo no va a pasar nada. Además estáis
vosotros, para tener empatía.
Soy como ese CEO que se va con la
querida una semana y motiva mucho al equipo para que no le jodan la
empresa en su ausencia. Pero vamos, yo con la querida.