viernes, 23 de septiembre de 2016

10 Narodna Banka Srbije


Cristo bendito. No entiendo nada. Lo único lo de “Banka”, que digo yo que significará banco.


Este billete me lo trajo mi primo de uno de los países del este en el que ha estudiado su Erasmus. Nunca me acuerdo de qué puto país es. Para mi los países del este son todos iguales, son Los Países del Este, como los Estados Unidos.

Que nadie se sienta ofendido, joder. Yo sólo digo lo que siento, desde la perspectiva de un español medio normal. Bueno, normal-normal no, pero ya me entendéis.


¿Deberían los países del este convertirse en Los Países del Este? Pues, francamente, no tengo ni puta idea. A poco que tengan el carácter que tenemos los españoles, y me da que algo sí lo tienen, eso parece un imposible. Si aquí para tenernos juntos en un solo país las pasamos canutas. Imagínate para hacer una confederación de esa gente. Ni a tiros, vamos.

Y, sin embargo, desde fuera, la gente los ve como Los Países del Este, como una masa hecha del mismo material. ¡Diablos! ¿Somos las personas un tantín especialitas? ¿Nos creemos muy especiales cuando no lo somos ni de coña? Este dato parece que apunta a que así es.


Porque parece ser que un serbio y un bosnio dicen de sí mismos que no tienen nada que ver. ¿Serbia y Bosnia son dos países distintos? Ni idea. ¿Ves? ¡No pueden ser tan distintos! ¡Yo los percibo como lo mismo! Coño, un chino y un negro se ve a la legua que son diferentes, pero ¿un serbio y un bosnio? Hay que cavar más hondo.

Seguramente sí, seguramente sean muy diferentes en matices cruciales para ellos. En rollos de religión de que si Dios es de esta manera o de esta otra. De que tú trataste mal a mi vecino hace quinientos años y eso hay que pagarlo, amigo mío. Vale. Compro. Las sutilezas del alma no son una cosa para tratar a la ligera.


Sin embargo, parece que en el horizonte hay un destino de entendimiento. Porque yo los veo igualitos. Puede que para ellos esos pequeños detalles sean más importantes que la vida, pero desde fuera se ve que no son tan importantes, así que deben ser las típicas cosas que tomando un par de birras (que dicen que allí se le da a la birra cosa mala) se pueden arreglar. ¡No parecen cosas tan graves! ¡Jesús María y José! ¡La que habéis liado por un quítame de allá esas pajas!

Seguramente a españoles y portugueses nos vean igual desde fuera. Y si nos dices a los españoles que somos igual que los portugueses montaremos en cólera, porque todo el mundo sabe que las portuguesas tienen bigote y nuestras mujeres son más guapas. ¡Inadmisible! ¡Equívoco punible!


Recuerdo a un mejicano que se me ocurrió decirle que México estaba en Centroamérica. Yo lo dije con inocencia, porque pensaba que así es. No sé, yo miro el mapa de América y veo a México en la mitad. En el centro. ¡Pues Centroamérica! ¿No?

¡Madre de Dios! ¡La que me montó el chaval! ¡Ni que le hubiera mentado a la madre! ¡Él era NORTEAMERICANO! ¡No quería tener nada que ver con esos sucios ecuatorianos, peruanos, bolivianos! Se enfadó un huevo, os lo juro.


Me temo que todos estos “detallitos” por los que montamos guerras cruentísimas no son más que bobadas de niños pequeños. Y, sin embargo, tan importantes son para nosotros que somos capaces de inventar bombas atómicas porque nos han tocado ahí, donde no se puede tocar. ¡Coño, mucho nos debe doler esa parte del corazón! ¡Si no la cosa no cuadra! Si no nos doliera tanto no cometeríamos esas atrocidades que cometemos.

A lo mejor la movida es no tocar donde no se puede tocar. Aunque tampoco vas a dejar de tocar sólo porque el niño se haya parapetado y se emberrinche. ¡Diablos! ¡Menudo laberinto! Si toco porque toco, y si no toco porque no toco. ¿Qué hacemos? Ni puta idea.


Supongo que no tiene más vuelta de hoja que seguir avanzando. En seguir circundando esa zona sensible con paciencia y a la vez firmeza para que ciertas puertas se vayan abriendo y estas nos conduzcan a nuevos escenarios de entendimiento. Y así, poco a poco, ir llegando a ese núcleo rabioso de ira para ir calmándolo poquitín a poco, para que la bestia se sosiegue.

¡Pero menuda bestia! Un amigo del PP hablaba de Podemos como “La Bicha”. ¡Ahora lo entiendo! La gente que tenemos el corazón así más sensibilito somos capaces de las más espantosas locuras porque nos han tocado nuestro delicado corazón. ¡Coño, pero tampoco será para tanto, tío! ¡Date cuenta de que tú no eres el único que tiene problemas en el puto mundo! ¡Intenta dejar de dar la espalda a lo que te rodea sólo para proteger ese trocito de ti herido! ¡Es que así no vas a llegar a ninguna parte!


Ah, las personas. Qué memas son.