Me he pillado este juego porque me he
enterado que es del mismo creador de The Last Story de Wii, y ese
juego es muy bueno. He jugado poco a él pero la calidad, para un
gourmet como yo, se detecta de un solo sorbo. Al The Last Story,
digo.
Mi calidad es demasiado grande. Es una
putada. Ya ves, tú llorando por las esquinas porque no tienes
calidad suficiente y yo llorando por las esquinas porque mi calidad
es demasiado grande. Nunca estamos contentos. Cómo somos las
personas.
Como mi calidad es demasiado grande me
cuesta meterme en cualquier sitio. Todos me quedan pequeños. A ti,
ya ves, todos te quedan demasiado grandes. A mi, en cambio, me quedan
pequeños.
Cuando en ninguna tienda venden trajes
para caballeros XXXXXL, toca hacerte tú mismo el traje. ¡Menuda
putada! Mi grandeza me hace vago, como Messi, no me gusta trabajar.
Como lo hago todo en dos patás eso de remangarme se me hace tedioso.
Como una chica guapísima que apela a su belleza para abrirse camino
en la vida yo siempre he apelado a mi genialidad. Y, claro, me he
quedado con las orejas agachadas, porque me han cerrado la puerta en
las narices en todos los sitios.
No es ni malo ni bueno, es que me toca
hacerme yo mismo el puto traje. Vaya putada.
El traje ha de ser grande, no sólo de
hechuras, sino también de deslumbración. Ha de ser deslumbrante,
muy deslumbrante, para que no se acerque a mi cualquier mindundi. Los
mindundis son muy molestos y es algo que mi trabajo no me permite,
que se me acerquen mindundis. Requieren una dedicación exclusiva que
es trabajo de monjas, trabajo disgnísimo al que me he dedicado una
parte de mi vida. Por eso lo entiendo tan bien.
Sin embargo, esa etapa acabó y
necesito un traje nuevo que supla al antiguo, sobrio y monástico. Si
has de dedicarte en cuerpo y alma a los demás necesitas un hábito,
no unas luces de discoteca hechas traje. Cogeré mi hábito y lo
guardaré bien en el armario, para venderlo en el futuro por muchos
miles, millones de euros.
Ahora mi puto objetivo en la vida es
hacer pasta. No por nada, sino porque el resto de objetivos que
existen están superados y con muy buena nota. Ya ves, tú en lo
primero que piensas al salir a la vida es en hacer pasta, como el
primate sobrevalorado que eres. Yo, sin embargo, es en el último que
pienso, es en el que pienso cuando ya no me queda otra cosa en la que
pensar. Así de elevado soy. Así de grande es el que suscribe.
Mi método es mejor, ya que como tú
piensas en hacer pasta al principio no tienes experiencia que
enriquezca tu enriquecimiento, valga la redundancia. Así que si
piensas en hacer pasta sin el bagaje que tengo yo la harás mal, ya
que estás poco formado. Mi camino es excelente porque le saca todo
el jugo a la vida antes de ponerme a eso de hacer dinero. Así cuando
yo haga dinero ese hacer dinero estará enriquecido con toda mi
experiencia previa, así que cumplirá su objetivo, hacer dinero,
mucho mejor que tú con tu método de chichinabo, de primate que
acaba de aprender a sostenerse sobre dos piernas.
Pienso en hacer dinero no por los
motivos cutres de los que tú te nutres, como un primate encantado
porque sabe tocar un tambor. Yo quiero hacer dinero sólo por
diversión. A mi lo único que me mueve en la vida es divertirme, y
el resto de maneras de divertirme ya se me hacen tediosas. Ya domino
demasiadas facetas de la existencia como para que planteen un reto
para mi. Así que no me queda otra que ponerme a eso en lo que tú
empleas todas tus raquíticas energías, hacer dinero.
Me lo tomo de la misma manera que me he
tomado el Street Fighter IV: hacerme el mejor de todos en este puto
juego. Hacer dinero no es más que un juego, como todo, y ahora, para
tu desgracia, he puesto mi mirada sobre él. Intentaré que mi éxito
no conduzca a tu fracaso, pero no te prometo nada.
Así que esa es la idea que se dibuja
en el horizonte para mi el día de hoy. Masterizar el Street Fighter
IV, digo, hacer dinero. Como el Street Fighter IV, será un juego que
responda a unas normas, sutiles, y consistirá todo en observarlas y
conseguir que jueguen a mi favor y no en mi contra. Vamos, el mismo
puto trabajo de siempre. Lo que se dice un coñazo. Pero, ey, es que
no tengo nada mejor que hacer.
Si tienes una idea mejor dímela, pero
es que ya he pensado yo en todas y ninguna es mejor que esta.
Dedícate a otra cosa que no sea a darme ideas, por favor, como el
primate peludo que ves cuando te miras al espejo.