¡Qué bien huele este jabón! Lo
coloco en el número 2 después del jabón Magno, que me gusta porque
me recuerda a mi padre.
Por alguna razón mi padre se llevaba
un rollo Don Pantuflo cuando yo le veía como un joven guay. Se
lavaba las manos con Magno y se afeitaba con brocha. Se tomaba coñac
Magno (todo Magno, parece que le iba mucho el rollo de ser magno,
como Plim, el magno) y leía el periódico como el rey de la casa.
A mi nunca me pareció tal rey, ya que
yo veía claramente que el rey de la puta casa era yo. A él le veía
como a todo el mundo, un súbdito a mis órdenes. Por eso no entiendo
a qué viene tanto Magno.
Sea como sea a él le molaba eso de
considerarse “todo un tío”, vicio masculino que revela que no
has atisbado tu verdadero señorío. Si tiras de símbolos externos
que hablen de lo tío que eres es porque en tu fuero interno no lo
tienes tan claro. ¿No?
Yo me considero todo un tío, pero por
otras razones. Mi polla está hecha de azúcar, no es esa polla de
esparto y Cayenne que parece que quieren tener todos los hombres
impotentes. Mi polla bebe Red Bull y come chocolates Nestlé, ya que
mi polla es la de un niño juguetón y, como tal, sabe dónde te da
más gusto. Mi polla es la de Mortadelo, la del Monstruo Bu, que se
estira y se encoge a voluntad. Te estrangula mientras te acaricia,
con su glande, la cabeza. Mi polla sabe que eres un insecto y, en el
mejor de los casos, una insecta. Y como tal te trata.
Mi polla viaja a velocidad supersónica.
Mi polla es como Monkey D. Luffy, va tras el One Piece golpeando a
sus enemigos con su mortal elasticidad. Mi polla se ríe de ti como
Gotenks y Trunks fusionados, soberbia, irritante, vanidosa. Mi polla
es irrompible porque no tiene hueso, es puro chicle, kilométrico
como Boomer.
Mi polla se vuelve orate cuando escucha
señores hablando por la calle de Internet como si la hubieran
inventado ellos y no son más que dos vejetes intentando sobrevivir
en un mundo digital. Mi polla trina cuando ve chicas jóvenes
guapísimas haciendo como que no la miran y canta cuando señoras
ancianas, que ya saben lo que es la vida, se relamen por ella.
Mi polla, en resumidas cuentas, es la
polla. No tiene más misterio. Es ese falo soñado por todos y todas,
un falo infalible, un falo incapaz de ser falaz. Un falo que se hace
un nudo para que quepa en el pantalón. Un falo que te da gusto
abrazar.
Toca los timbales y el arpa a la vez.
Hace el espectáculo de luces con un huevo mientras el otro te saca a
bailar.
Mi polla te da de beber. Tiene Baileys,
porque a las chicas os gusta el Baileys. ¿No? Álvarez Rabo dice que
sí. Yo me fío de Álvarez Rabo.
Mi polla bate tu flujo vaginal como una
Braun Minipimer, añade la leche de tus tetas y echa la mezcla a la
Thermomix. La programa para media hora y te invita a pastel.
Mi polla es vaga y no está para
follarte cuando tú quieras, niñata caprichosa. Mi polla, como tal,
es la que manda, y aquí sólo se folla cuando ella dice.
Mi polla parte de la base de que ella
es el Astro Rey y a ti te deja elegir qué planeta eres, pero no
sueñes con usurpar su puesto. Mi polla rige el universo de armoniosa
manera y no tolera cansadas sublevaciones.
Mi polla baila cuando no miras y se
acurruca para dormir.
Mi polla es así.