viernes, 30 de septiembre de 2016

Heno de Pravia


¡Qué bien huele este jabón! Lo coloco en el número 2 después del jabón Magno, que me gusta porque me recuerda a mi padre.


Por alguna razón mi padre se llevaba un rollo Don Pantuflo cuando yo le veía como un joven guay. Se lavaba las manos con Magno y se afeitaba con brocha. Se tomaba coñac Magno (todo Magno, parece que le iba mucho el rollo de ser magno, como Plim, el magno) y leía el periódico como el rey de la casa.

A mi nunca me pareció tal rey, ya que yo veía claramente que el rey de la puta casa era yo. A él le veía como a todo el mundo, un súbdito a mis órdenes. Por eso no entiendo a qué viene tanto Magno.


Sea como sea a él le molaba eso de considerarse “todo un tío”, vicio masculino que revela que no has atisbado tu verdadero señorío. Si tiras de símbolos externos que hablen de lo tío que eres es porque en tu fuero interno no lo tienes tan claro. ¿No?

Yo me considero todo un tío, pero por otras razones. Mi polla está hecha de azúcar, no es esa polla de esparto y Cayenne que parece que quieren tener todos los hombres impotentes. Mi polla bebe Red Bull y come chocolates Nestlé, ya que mi polla es la de un niño juguetón y, como tal, sabe dónde te da más gusto. Mi polla es la de Mortadelo, la del Monstruo Bu, que se estira y se encoge a voluntad. Te estrangula mientras te acaricia, con su glande, la cabeza. Mi polla sabe que eres un insecto y, en el mejor de los casos, una insecta. Y como tal te trata.


Mi polla viaja a velocidad supersónica. Mi polla es como Monkey D. Luffy, va tras el One Piece golpeando a sus enemigos con su mortal elasticidad. Mi polla se ríe de ti como Gotenks y Trunks fusionados, soberbia, irritante, vanidosa. Mi polla es irrompible porque no tiene hueso, es puro chicle, kilométrico como Boomer.

Mi polla se vuelve orate cuando escucha señores hablando por la calle de Internet como si la hubieran inventado ellos y no son más que dos vejetes intentando sobrevivir en un mundo digital. Mi polla trina cuando ve chicas jóvenes guapísimas haciendo como que no la miran y canta cuando señoras ancianas, que ya saben lo que es la vida, se relamen por ella.


Mi polla, en resumidas cuentas, es la polla. No tiene más misterio. Es ese falo soñado por todos y todas, un falo infalible, un falo incapaz de ser falaz. Un falo que se hace un nudo para que quepa en el pantalón. Un falo que te da gusto abrazar.

Toca los timbales y el arpa a la vez. Hace el espectáculo de luces con un huevo mientras el otro te saca a bailar.


Mi polla te da de beber. Tiene Baileys, porque a las chicas os gusta el Baileys. ¿No? Álvarez Rabo dice que sí. Yo me fío de Álvarez Rabo.

Mi polla bate tu flujo vaginal como una Braun Minipimer, añade la leche de tus tetas y echa la mezcla a la Thermomix. La programa para media hora y te invita a pastel.


Mi polla es vaga y no está para follarte cuando tú quieras, niñata caprichosa. Mi polla, como tal, es la que manda, y aquí sólo se folla cuando ella dice.

Mi polla parte de la base de que ella es el Astro Rey y a ti te deja elegir qué planeta eres, pero no sueñes con usurpar su puesto. Mi polla rige el universo de armoniosa manera y no tolera cansadas sublevaciones.


Mi polla baila cuando no miras y se acurruca para dormir.

Mi polla es así.