Esto sirve para que el amortiguador que
hay en tus articulaciones, el colágeno, se revitalice y amortigüe
mucho mejor.
Yo, chico, como los maravillosos
científicos se sacan de la manga cada día una fórmula más
maravillosa ya les he perdido un poco la fe. ¿Pero el colágeno no
era para que se lo pusieran las putas en los labios, inyectado? ¿Qué
coño es esto? ¿Ahora es el amortiguador de mis rodillas? Me tenéis
desconcertado.
La ciudad me tiene decepcionado. Lo que
parecía el lugar donde tus sueños se podían cumplir ha resultado
el peor nido de maleantes que jamás hubiera imaginado. Aquí no te
sacan la navaja para robarte, pero los compañeros de trabajo te
hacen la putada, que es lo mismo pero encima sin honestidad, sin dar
la cara.
Coño, pues para estar entre navajeros
me bajo al parque de al lado de mi casa, que al menos son más
divertidos que mis compañeros de trabajo, que son igual de navajeros
pero más cobardes.
Ahora los navajeros urbanitas me dicen
que el colágeno es bueno para las articulaciones. ¿Pero no ves que
ya me he dado cuenta de que eres un navajero? ¿Qué me voy a creer
ahora de lo que me digas? A mi todo lo que me digas me suena a timo,
porque me da en la nariz, si no en la retina, que eres un navajero
disfrazado de tío sofisticado.
Así que el colágeno lo tengo porque
le gusta a mi madre y ante eso no hay nada que hablar. Lo que diga mi
madre está bien porque es mi madre y si no te meto una hostia.
¿Estamos?
Cada día estoy más recelado del
último producto maravilloso, porque sale uno cada dos meses, y si
salen tantos en tan poco tiempo será porque no son tan maravillosos,
¿no?
¡Coño, si fueran tan maravillosos
alguno tendría que haber roto la banca ya! Pero no, en vez de eso
los acumulamos en la alacena, como testigos mudos de que nos han
tomado el pelo.
¿Qué hacer? Está la cosa bien
jodida. Estamos circundados por maleantes. No, no que nos hayan hecho
la circuncisión, aunque de alguna manera lo hayan hecho. Nos han
cortado la cola, que es peor. No sólo nos engañan con productos de
chichinabo sino que encima no les podemos decir nada, porque eso no
es de caballeros. ¿Y venderme esta mierda sí? ¿De qué estamos
hablando?
Me temo que estamos hablando del timo
de la estampita. Realmente no hay nada que tenga una utilidad real y
lo que sí hay es mucha gente muriéndose de hambre. Y, claro, a esa
gente les han dicho que se hagan emprendedores, porque la economía
tradicional no tiene sitio para ellos. Y yo entiendo que un tío que
le han pegado un portazo en la cara no se va a poner a inventar
productos maravillosos de un día para otro.
Por tanto, el pobre colega que se ha
quedado sin curro igual se ha inventado lo del colágeno. Pongamos
que sí. A lo mejor el tronco no sabe si eso del colágeno es tan
bueno como él mismo dice, pero mejor será decirlo que dejar que su
familia se muera de hambre. Así que se dice y se ha acabado.
Pero claro, yo también estoy sin
curro, y comprar este puto bote es una pasta. No estoy yo como para
cuentos de matao. Así que, tío, sintiéndolo mucho, tendrás que
buscar a otro idiota que alimente a tu familia, porque yo ya tengo
bastante con la mía.
Por lo tanto estamos es un punto así
jodidillo, ni él tiene la capacidad suficiente como para ofrecer
algo de relevancia ni la tengo yo tampoco como para comprar sus cosas
aunque sea un poco por simpatía, porque no me lo puedo permitir.
Los que se quedan dentro de la economía
tradicional están demasiado acojonados siquiera como para leerme,
están jugando al juego de las sillas y mañana podría ser el día
en el que se quedaran sin la suya y venir a este lado del alambre de
espinas, a jugar a lo del colágeno y la madre que lo parió.
Supongo que el asunto no tiene solución
mágica, es esperar inventando colágenos y toda la mierda que se nos
pase por la cabeza hasta que alguna de ellas golpee la campana. Lo
que no sé es si tiene interés que el dinero venga de la economía
tradicional. Porque, caray, a esa gente no quiero venderle nada, me
ha dado con la puerta en las narices. Pero a día de hoy son ellos
los que tienen un grueso de pasta más grande y son la vaca más
gorda a la que hincar el diente.
Me temo que esa vaca está abocada a
ser desplumada, ya que ella tampoco tiene productos innovadores que
ofrecer, ya que son igual de tontos o de listos que nosotros, lo
único es que se agarran con más fuerza a la silla. Y esa no es una
cualidad que te permita hacer nada relevante. Así que ellos tienen
la pasta pero por poco tiempo, ya que no hacen nada que refrende y
justifique esa posesión.
Por tanto me temo que todo se reduce a
una cuestión de estrangulamiento. Tú tienes la pasta pero nada que
lo justifique. Por tanto la Justicia Divina me exige, implacable, que
te la robe. ¿Qué quieres que le haga yo ante la Palabra del
Altísimo? ¿Voy a quedarme agarrado a la silla como tú? No, me
tendré que poner en marcha para desplumarte, como me ha ordenado
Dios.
¡Ey, tío, yo qué sé! ¡No agarrarte
tanto a la silla! ¡O al menos algo que justifique que estés sentado
en ella! Pero si encima lo que eres no es más que un conejo
asustado... Pues te tendré que robar.
Ey, la culpa la tienes tú, el ladrón
eres tú. Eres tú el que se ha agarrado a los billetes como si
fueran tuyos. Y eso no es así, los billetes son de aquel que ofrece
más valor a la sociedad. Y tú no ofreces nada.