martes, 20 de septiembre de 2016

Rinat 2016/17


Este es un catálogo de una marca de guantes de portero que me pillé en una visita a Futbolmanía, la tienda de ropa de fútbol que hay en Sol. Esa tienda mola que lo flipas y he comprado en ella varias cosas. Una chupa de invierno del Real Madrid, una de invierno del Benfica, una de entretiempo del Chelsea y una camiseta normal del Real Madrid. Todo, naturalmente, de oferta, de saldos, porque no hay nada más loser que comprar algo en el mismo momento en el que salga al mercado.


Si compras algo el mismo día que sale al mercado eres un pelele. Así. Te han lavado la mocha. Eres tonto. Te has creído un juego que no existe. Te han colado el gol los trileros. ¡A ti, que te crees tan listo, que estás atento a cada colección de Vuitton! Pues ya ves, eres tonto. Qué sorpresa.

Si te compras la Xbox One el Day One eres tonto. Sí, amigo, porque no te das cuenta que el reflejo que obtienes por comprarla el primer día no tiene valor. Antes sí, cuando el capitalismo en España no estaba desarrollado molaba jugar a estas novedosas reglas, por novedosas, y por tanto por interesantes. Pero hoy... Bueno, si lo haces, naturalmente, es porque esas reglas para ti todavía resultan novedosas, pero ese hecho no deja de apuntalar el hecho, incontestable, lo siento, de que eres tonto.


Si todavía no te sabes las triquiñuelas del capitalismo eres tonto. ¿Qué has hecho estos últimos años? ¿No has visto la televisión? ¿No has visto la oleada de mierda que ante nuestros ojos ha explotado? Eran todo trucos. Todo engaños. Yo a estas alturas lo tengo, podríamos decir, casi digerido, pero me temo que tú ni siquiera has empezado a comer, si todavía te compras algo el día de su lanzamiento.

Ese hecho en sí mismo no tiene importancia, es tan solo un indicador de que tu cerebro todavía sigue siendo títere del sistema y no aquella mente maestra que lo maneja, a su antojo. Te siguen colando el gol entre las piernas. Todavía no has dado con el truco.


¿Qué truco es ese? ¡A ti te lo voy a contar! Primero, porque no contándotelo te sablo, y a mi lo que me interesa es sablarte, dejarte sin nada, vestido con un barril de madera. Ese es mi objetivo final, mi plan maestro conduce a dejarte en la más bochornosa de las desnudeces.

El segundo motivo por el que no te cuento el truco del capitalismo es filantrópico. Vamos, que no te lo cuento por ti. Por hacerte un favor. Tu mente todavía no está preparada para aceptar según que cosas. Es una mente infantil, convengamos. Por tanto, como tu buen padre, te protejo de cosas que de saberlas te harían más mal que bien. Todo lo que hago lo hago por ti, no lo dudes.


Sí, dejarte desnudo y sin nada también lo hago por ti. El motivo tampoco lo puedes aceptar de momento. Pero confía en mi.

Si eres un inteligente de notable, de esos que yo tanto desprecio porque al no llegar a la matrícula de honor como yo son presa fácil de la vanidad, quizás te estés preguntando qué tipo de plan maestro tengo yo entre manos si te cuento su objetivo final tan alegremente. Bueno, primero es un plan suficientemente fuerte como para poder enseñarte sus planos y que se sostenga aún con todo.


Segundo, al ser un plan positivo para la humanidad no tengo ningún problema con que lo conozcas. No tengo nada que ocultar. En su trasparencia reside su incontenible fuerza. La Estrella de la Muerte será todo lo poderosa que quieras, pero al ser su objetivo la muerte siempre tendrá un punto débil. Lo que va en contra de la vida siempre tendrá una flaqueza, ya que se enfrenta a la vida misma y para enfrentarse a la vida misma se ha de tener un punto flaco, aquel que no quieres que la vida te toque.

Pero si tu objetivo es engrandecer la vida misma no puedes, por tanto, tener punto flaco, ya que no tienes enemigos. Y al no tener enemigos no necesitas defensas. Y al no necesitar defensas puedes concentrar toda tu energía en la construcción.


Entonces, si mi objetivo fluye con la vida misma, ¿cómo puede ser este dejarte desnudo? Pues porque llevas demasiada ropa. Lo que te digo, todo lo que hago lo hago por ti.

Cual padre bondadoso.