Este es un catálogo de una marca de
guantes de portero que me pillé en una visita a Futbolmanía, la
tienda de ropa de fútbol que hay en Sol. Esa tienda mola que lo
flipas y he comprado en ella varias cosas. Una chupa de invierno del
Real Madrid, una de invierno del Benfica, una de entretiempo del
Chelsea y una camiseta normal del Real Madrid. Todo, naturalmente, de
oferta, de saldos, porque no hay nada más loser que comprar algo en
el mismo momento en el que salga al mercado.
Si compras algo el mismo día que sale
al mercado eres un pelele. Así. Te han lavado la mocha. Eres tonto.
Te has creído un juego que no existe. Te han colado el gol los
trileros. ¡A ti, que te crees tan listo, que estás atento a cada
colección de Vuitton! Pues ya ves, eres tonto. Qué sorpresa.
Si te compras la Xbox One el Day One
eres tonto. Sí, amigo, porque no te das cuenta que el reflejo que
obtienes por comprarla el primer día no tiene valor. Antes sí,
cuando el capitalismo en España no estaba desarrollado molaba jugar
a estas novedosas reglas, por novedosas, y por tanto por
interesantes. Pero hoy... Bueno, si lo haces, naturalmente, es porque
esas reglas para ti todavía resultan novedosas, pero ese hecho no
deja de apuntalar el hecho, incontestable, lo siento, de que eres
tonto.
Si todavía no te sabes las
triquiñuelas del capitalismo eres tonto. ¿Qué has hecho estos
últimos años? ¿No has visto la televisión? ¿No has visto la
oleada de mierda que ante nuestros ojos ha explotado? Eran todo
trucos. Todo engaños. Yo a estas alturas lo tengo, podríamos decir,
casi digerido, pero me temo que tú ni siquiera has empezado a comer,
si todavía te compras algo el día de su lanzamiento.
Ese hecho en sí mismo no tiene
importancia, es tan solo un indicador de que tu cerebro todavía
sigue siendo títere del sistema y no aquella mente maestra que lo
maneja, a su antojo. Te siguen colando el gol entre las piernas.
Todavía no has dado con el truco.
¿Qué truco es ese? ¡A ti te lo voy a
contar! Primero, porque no contándotelo te sablo, y a mi lo que me
interesa es sablarte, dejarte sin nada, vestido con un barril de
madera. Ese es mi objetivo final, mi plan maestro conduce a dejarte
en la más bochornosa de las desnudeces.
El segundo motivo por el que no te
cuento el truco del capitalismo es filantrópico. Vamos, que no te lo
cuento por ti. Por hacerte un favor. Tu mente todavía no está
preparada para aceptar según que cosas. Es una mente infantil,
convengamos. Por tanto, como tu buen padre, te protejo de cosas que
de saberlas te harían más mal que bien. Todo lo que hago lo hago
por ti, no lo dudes.
Sí, dejarte desnudo y sin nada también
lo hago por ti. El motivo tampoco lo puedes aceptar de momento. Pero
confía en mi.
Si eres un inteligente de notable, de
esos que yo tanto desprecio porque al no llegar a la matrícula de
honor como yo son presa fácil de la vanidad, quizás te estés
preguntando qué tipo de plan maestro tengo yo entre manos si te
cuento su objetivo final tan alegremente. Bueno, primero es un plan
suficientemente fuerte como para poder enseñarte sus planos y que se
sostenga aún con todo.
Segundo, al ser un plan positivo para
la humanidad no tengo ningún problema con que lo conozcas. No tengo
nada que ocultar. En su trasparencia reside su incontenible fuerza.
La Estrella de la Muerte será todo lo poderosa que quieras, pero al
ser su objetivo la muerte siempre tendrá un punto débil. Lo que va
en contra de la vida siempre tendrá una flaqueza, ya que se enfrenta
a la vida misma y para enfrentarse a la vida misma se ha de tener un
punto flaco, aquel que no quieres que la vida te toque.
Pero si tu objetivo es engrandecer la
vida misma no puedes, por tanto, tener punto flaco, ya que no tienes
enemigos. Y al no tener enemigos no necesitas defensas. Y al no
necesitar defensas puedes concentrar toda tu energía en la
construcción.
Entonces, si mi objetivo fluye con la
vida misma, ¿cómo puede ser este dejarte desnudo? Pues porque
llevas demasiada ropa. Lo que te digo, todo lo que hago lo hago por
ti.
Cual padre bondadoso.