martes, 13 de septiembre de 2016

Nintendo DS


Esta fue la primera Nintendo DS que salió. Bueno, la segunda, que la primera sólo era gris. El primer modelo, quiero decir.



Luego han venido muchas más, la DSi, la DS XL, la 3DS, la New 3DS y algunas XL que me dejo por el camino, para no abarrotar.

Pero vamos, que la original la tengo yo, que es a lo que voy.


Ser pionero es una cosa como muy guay, pero cuando lo eres no tienes ni puta idea de que lo estás siendo. Los peregrinos que llegaron a Norteamérica no creo que se vieran como unos héroes venerados por generaciones, se verían, digo yo, como una panda de mataos que estaban pasando las de Caín.

De igual modo, yo me pillé esta DS no porque estuviera de moda, hip, sino porque pensé que El Auténtico Espíritu de los Videojuegos volvía. Aquel que se fue con la Super Nintendo y no volvió hasta la Nintendo DS.


Y ya ves, hoy soy un pionero, y me envidias de la hostia. Y yo, como soy la hostia de displicente, ni te miro, como mi gata. Mi gata si no sabes acercarte a ella ni te mira. Lo mismo hago yo.

Los pioneros tenemos un estilo de vida pionero. En el momento es raro, pero lo que es en realidad es adelantado a su tiempo. Para eso te lo enseñamos, para que tú, que no tienes ni la lucidez ni la pericia ni el valor puedas saber por dónde van los tiros.


Los pioneros, por tanto, somos duros como la roca, porque hemos de pasar entre tus miradas de muerte como si tal cosa. Para eso nuestra vida pionera nos ha endurecido la piel.

Como viejos elefantes recubiertos de barro seco, pasamos a través de las lanzas que apuntas contra nuestro corazón. Más que a través, las rompemos con el corazón mismo, que se nos ha hecho más duro que sus puntas.


¡Ah, amigo! ¡No me envidies por ser lo que soy! ¡En este trabajo no aguantarías ni un día, te lo aseguro!

Los pioneros no te hacemos caso porque nos cuentas cosas que nosotros hemos resuelto hace años. No es que no te apreciemos, ni mucho menos, es que lo que nos cuentas no nos interesa. Lo siento.


¡Tampoco es para tanto! ¿No?

En vez de envidiarme, cenutrio, imítame. Porque yo soy aquello que tú querrás tener dentro de 10 años, cuando tu cerebro de gusanito haya resulto la ecuación trampa en la que estás atrapado. Ya ves, yo resolví esa ecuación hace ya casi diez años, con la ayuda del Padre, claro, y vi la salida de la misma forma que tú ves cómo Terelu se hace la lipo.


Pero como tú eres tonto, permíteme, no te has dado cuenta siquiera de que vives en una ecuación trampa, en la que al final te quedas sin nada. Así que sigues jugando la partida como si nada, sin darte cuenta de lo que está por llegar.

¡Ah, amigo! ¡Da gracias que yo esté aquí! ¡Yo ya atravesé ese agujero de gusano que tú estás a punto de atravesar! Me voy a morir de risa de ti, en serio. Has ido de guay y ahora vas a palmar. ¡Jajajaja!


No, sin rencores. ¡No sabías lo que hacías! Pero un poco de guay sí que fuiste, reconócemelo.

Pero reconoce también que aquí el único guay de verdad soy yo y, por tanto, por encima de ti terminaré siempre por quedar.


¿O no? Pues claro que sí.