viernes, 23 de septiembre de 2016

Venecia La Edad de Oro


Este libro me lo he comprado en el VIPS porque era muy barato y necesito adornar mi habitación para empezar a creerme que soy un artista serio.


A mi los libros de arte me la traen floja. Antes no, antes me compraba muchos, de diseño, de publicidad, de moda, de arte, de todo eso. Ahora siento que ya sé hasta demasiado de eso y no necesito más.

Ahora los libros de arte los veo como complementos de moda. Vamos, como los ve todo el mundo, sólo que yo ya he aprendido mucho sobre estas cosas y ahora me puedo permitir tratar el asunto superficialmente. Ese ya no es el caso de todo el mundo.


La gente se compra libros de Taschen para dejarlos encima de la mesa y que la gente mee colonia cuando viene de visita. ¡Qué bien quedan! ¡Cuánto dicen de ti! Cuanto más gordo sea el libro de Taschen que dejes encima de la mesita de centro del salón más profundo te chupa la polla la chavala que hayas subido a casa.

A mi eso me parece muy bien. Vamos, me la trae floja, como los libros. ¿Que tú para que te la chupen bien chupada necesitas comprarte un libro? Ni medio problema. Te recomendaría que le quitases el plástico protector para que la farsa sea ya buena-buena, pero vamos, que la chavala que te has subido es tonta como un rallador de pan, así que igual no se fija y te la chupa igual.


A mi que la gente vea objetos que hablan de cosas profundísimas, y por tanto son valiosísimos, como una manera de que te la chupe una chavala me parece bien. Vamos, veo con toda claridad, como cualquiera, que esa es una perversión terrible, claro, pero me lo tomo como una parte más del juego.

Acepto con problemas cero que igual a mi me compran una pieza que habla de los vastos confines del universo con el sencillo fin de que les chupen la polla con alegría. Quizás contemplar mi trabajo pueda hacerte alcanzar la iluminación espiritual, pero si tu objetivo en la vida es que te la chupen, ¿quién soy yo para poner problemas?


Alcanzar la iluminación espiritual te hace apreciar a las personas por lo que son, no por lo que deberían ser. Quizás este tronco me compre algo sólo para que sus amigos digan de él que tiene muy buen gusto y que conoce a un tío delicadísimo, maravilloso, que hace unas piezas artísticas que te quedas patidifuso. ¡Dabuten! ¡No sabes cuánto se parece tu visión sencilla de la vida a la visión que te ofrece la iluminación espiritual! Es exactamente la misma, sólo que yo he pasado por todo el ciclo que hay que pasar y tú no. Yo veo lo mismo que tú sólo que con profundidad. Pero vemos lo mismo.

Que me importe un pepino que alguien me compre algo para que se la chupen está en consonancia con el mensaje de mi trabajo. Porque de eso mismo es de lo que quiero que te des cuenta cuando contemples mi obra. Que la vida es muy sencilla, que los problemas son todos inventados, que lo que los demás dicen que es una visión sucia yo digo que es una visión inocente y, por tanto, que no merece castigo.


Tú no le puedes decir a tu jefe que me compras una pieza porque quieres que te la chupen, porque si a tu jefe le dices eso quedas mal. A mi me lo puedes decir, claro, porque no veo que haya nada de malo en ello. Lo que unos dicen que es sibilino a mi me parece inocente. Lo que otros dicen que es maligno a mi, ya ves tú, me parece inocente. Yo veo lo mismo que tú, sólo que sin el filtro del pecado. Los demás te ven a través de ese filtro. Yo no.

¡Y eso es lo que te quiero decir con mi obra, tío! Que el pecado no existe, que es un invento de nosotros, los seres humanos, que somos unos torcuatos canela fina. Que te estás preocupando de algo que no existe. ¡Mira qué valioso es lo que te vendo! ¡Y tú sólo lo quieres para que te la chupen!


Hay que joderse, contigo.