jueves, 29 de septiembre de 2016

Nilox


Hoy os revelo una de las piezas claves de mi imaginario. Primero se llama como yo, Nilox, ya que el Ricardo me llama Nilo porque de Juan Juanilo y de Juanilo Nilo. Los motes, esa forma de vida autónoma.


Lo que hoy aquí os presento es una disquetera de 3,5 con enchufe USB. O sea, que vale para meter disquetes en tu flamante iMac puro, sin siquiera lector de DVD-ROM. O sea, la quintaesencia del estilo. La travesura más refinada.

En una época de desesperación forzada por la presión social me dio por mandar curriculums en disquete. Evidentemente en aquella época la gente no estaba para descifrar mis jeroglíficos y probablemente el disquete terminó en la basura.


Lamentablemente yo no quiero saber nada de alguien que no le interesen mis jeroglíficos, ya que son demasiado buenos como para que los desprecie un retrasado mental. Por tanto nuestras negociaciones llegaron a un punto muerto.

Sea como sea, yo me quedé con la parte buena, la disquetera, y ellos con la mala, su retraso mental galopante. Al tener la sartén por el mango suelo ganar la partida de forma continuada.


El retraso mental ha sido un estado, mental, que ha sido el estándar en estos tiempos. Cuando el miedo es demasiado fuerte el cerebro se retira para que sea el instinto el que nos lleve por el único camino posible, el de la supervivencia. Ante un escenario de pánico, sea real o sea inducido, el cerebro se apaga para que nos centremos en la base de la pirámide de Maslow.

Al ser yo un hijo de puta de los jodidos-jodidos, de los que no te interesa cruzarte en un callejón oscuro, detecté que el poder económico se servía de la intimidación para conseguir sus objetivos. Ya que no me dejaban otra opción decidí, sabiamente, aprender de mi enemigo. ¿Que tú intimidas? Pues yo intimido más. ¿Que tú asustas? Pues prepárate.


Por tanto aprendí técnicas insólitas para mi, aberrantes, locas, fuera de todo tiesto. Lo que he aprendido estos años observando a mi desquiciado maestro global no tiene parangón en la Historia. La más sucia de las patrañas ha sido desplegada para que aceptéis, como corderitos, un nuevo orden ya en marcha.

Como yo sólo soy un tipo corriente no puedo, por envergadura, enfrentarme a Legión, ese que no es sólo uno, son multitud. Lo que sí puedo es aprender de Legión. Es posible que Legión haya considerado que yo haya podido aprender de él, pero temo que yo soy uno de esos tipos que se salen de la matriz. Puede que no, puede que eso es lo que quieren que yo crea, pero sea como sea apostar por mi inteligencia es la mejor opción en un escenario como el que estamos describiendo.


Puede que me esté enfrentando a una supercomputadora pero, ya ves, yo creo que soy mejor que la supercomputadora más potente. Tengo un concepto de mi mismo que deja a millones de ordenadores potentísimos conectados en red a la altura del betún. Temo que mi trama es superior a la suya y ellos no han podido detectarme. Probablemente haya otros como yo, descifrando una matriz insólita en la Historia de la Humanidad, mientras vosotros sólo podéis huir ante lo que los poderes os presentan ante vuestras pobres narices.

Como absolutamente todo, el nuevo orden es un juego nuevo. Y después de analizarlo mucho concluyo en que es bueno para todos. Los tiranos de los que nos advertían los conspiranoicos creo que no son más que tipos que quieren un mundo más grande en el que se puedan hacer más cosas, no nos cuentan sus planes por lo mismo que no os cuento yo los míos: porque no los entenderíais.


Así que lo que en principio me pareció el más terrible de los enemigos ahora me parece el más espabilado de los aliados con los que me he juntado. Simplemente he entendido su juego y ¡caray! me tiro de rodillas ante él. Os ha engañado a todos. ¡A todos! Puede que su método peque de rodillo pero hay que admitir que es imparable. No sólo eso, indetectable. Si no me metemos a mi en el análisis, quiero decir.

Yo sé de juegos. Sé de jeroglíficos. Sé de que te digo esto cuando te quiero decir lo otro. Sé de manipulación, sé de jugar por debajo de la mesa. No tengo un plan oscuro al final de mi jornada, todo lo contrario, es el más luminoso que puedas imaginar. Así que, tras mucho analizar, veo que no tengo ningún enemigo, sólo un cabrón muy listo que ha decidido, unilateralmente, crear unas reglas nuevas de juego. Y yo, el campeón de los osados, me he lanzado, como un puma, a desafiarles en su propio juego.


Temo que ninguna de las partes tenemos objetivos oscuros. Sólo queremos lo mejor para todos. Por eso no tengo problemas en jugar con este nuevo rival, titánico. Me gusta que él sea un titán y yo una hormiga y aprovecharme de mi tamaño ante él para morderle en los cojones, cosa que nos divierte mucho a ambos. Soy Neo contra Smith pero ninguno de los dos queremos matarnos. Sólo pasarlo bien, porque por fin hemos encontrado un rival a la altura de nuestra categoría.

Vosotros sois la afición, y vais conmigo porque yo soy el pequeño. Y con esa baza, tan importante, también juego. No soy gilipollas.