lunes, 12 de septiembre de 2016

MP Marcador Permanente


A mi un marcador permanente cuya marca es MP... No sé, tío, mi estilo también va en esta línea china de “en dos patás todo tiene brillo moderno”, pero no sé si aquí se han pasado, tío.


No sé, garbanzos cocidos marca GC. Leche condensada LC. O sea, admito que tiene cierta gracia, sí, vaya que sí, tío, pero no sé. Creo que está un poco pasado de moda echarle TANTA cara a las cosas.

Echarle cara a las cosas mola, como todo lo políticamente incorrecto en el arte, para decir algo de especial trascendencia que la sociedad actual necesita oír como agua de mayo. Cuando un tipo tan ex-qui-si-to como yo le echa cara a la vida lo que quiere decir es que el que se la está echando en demasía eres tú y que ya vale de tanto cuento.


Total, que yo no hago nada. Yo soy el más recto tipo que jamas puedas imaginar. Por tanto, si yo la lío querrá decir que el que la está cagando eres tú. No es por hacer agravios ni nada de eso, pero no es lo mismo una acción emprendida por ti que una acción emprendida por mi. El emisor marca el mensaje. No es lo mismo que un presidente diga “joder” que lo diga un borracho de bar. Cambia absolutamente todo el significado de la cosa, de la cuestión.

Así que si yo la lío parda quiere decir que el que se tiene que revisar eres tú, porque obligas al más sublime de los seres que habitan este planetilla a liarla y comportarse en contra de su sencillo carácter.


Si echas un vistazo a mi obra, comprenderás que te estás pasando de la raya en grado sumo, mi perplejo amigo.

Quizás le estés echando demasiado morro a la vida y necesitas, ya que tú solo no eres capaz de contener tus impulsos pecaminosos, que alguien te plante en la cara aquello que es incontestable. A mi, como comprenderás, comportarme como un policía ante un tipo que no es lo suficientemente adulto como para ponerse a sí mismo los límites que necesita es una tarea que no me gusta. No es digna de mi. Lo es cuando no queda más remedio, pero eso, como ya hemos acordado, felizmente, es culpa tuya.


Mi tendencia a ser un policía de tus comportamientos pecaminosos es producto de tu tendencia al pecado. Si tú te comportases rectamente el Padre no tendría que acudir a mi a pedirme que te meta un poco en vereda, ya que el Padre está haciendo una obra Sublime y no está para que uno de sus hijos, egoístamente, esté pasando de sus órdenes como un sirviente vanidoso.

Así que me tiene que venir a mi a molestar, o sea, que mira si la tienes que estar liando, para pedirme, con educación, por supuesto, que le haga el favor de meterte en vereda.


Yo, que no soy amante del barro, reputeo pero acabo cumpliendo, claro, para eso soy un hijo sublime de nuestro Padre. A mi lo que me diga el Padre lo voy a hacer, porque es el jefe perfecto. Y yo al jefe perfecto le hago caso sin rechistar.

¡Ay de ti, jefecillo de sección, ante mi! ¡Qué destartalada autoridad intentas plantear ante mi sublime rostro! ¡Qué poco caso te voy a hacer y en qué ridículo te voy a dejar!


El Padre sabe que yo soy un tío del que se puede fiar, por eso recurre a mi. Como tú compras un Ferrari si quieres un coche perfecto.

El caso es que porque eres un capullo yo no puedo estar dedicándome a aquello que mejor se me da, crear la más divina de las bellezas. En vez de eso, me levantas irrespetuosamente de mi silla y pones mis talentos dados por el Padre a disposición de que un niño estúpido deje de serlo.


Normal que te mire con desprecio. ¿Qué esperas?