Esto le gusta más a mi gata más que
los ratones. Vamos, nunca la he visto yo cazando ratones, pero una
vez cazó un saltamontes y me lo trajo como regalo. Menuda gata que
tengo. Primera división.
Es primera división porque le doy
estas mierdas. Esto es lo que más le gusta, después las latas de
paté gatuno y luego el pienso. Luego las hojas de las plantas y
luego no sé, porque no me he fijado tanto.
La peli esta de Mascotas que ha salido
me tiene super mala pinta, a pesar de que se rompe la espalda por
tener buena pinta. Y es que yo eso a estas alturas lo detecto muy
fácil, veo menos cine pero ahorro más dinero. Yo con ver un cartel
ya sé si la puta peli es buena o mala. A estos niveles hemos
llegado.
Cuando uno cumple todas las normas de
molar deja de molar, ya que ha hecho del molar un asunto de manual.
Molar no es algo matemático, es algo espiritual. Y el espíritu, ya
sabes, es más grande que las matemáticas, ya que aquel contiene
estas. Pretender lo contrario sería como que una mano se intentase
agarrar a sí misma.
Esto es lo que hace Mascotas. Está
todo niquelado. Todo donde debe estar. Sin embargo mi tercer ojo me
alerta de que esa peli no hay que ir a verla, cosa mala es. ¿Por
qué? Porque es todo una patraña. Que sea una patraña no quiere
decir que no se pueda disfrutar, porque uno puede disfrutar de las
cosas más nauseabundas si tiene la sensibilidad adecuada, pero no
deja de ser lo que digo que es.
Si me mientes te voy a pillar. Tengo
ese poder. Veo a través de las paredes, no deja de ser una putada,
porque a veces veo cosas que no me gusta ver, pero veo a través de
las paredes. Sé que me las estás jugando. Toda esa maraña de
colorines no es más que un parapeto a tu falta de discurso. Sin los
colorines quedarás expuesto como el ratón que eres sin duda.
Pero es mejor ser un ratón que un
ratón farsante, ¿no te parece?
Yo creo que sí. Un ratón siempre
puede convertirse en un señor ratón si acepta lo que es y lo
alimenta. Sin embargo, un ratón farsante está demasiado preocupado
en que no se vea que es un ratón como para tener tiempo de
procurarse comida. Por tanto pasarán los años y seguirá siendo ese
ratón tembloroso que hoy veo escondido tras colores.
Es una visión triste, tengo que
confesar. No tanto por la naturaleza ratona del sujeto como por el
esfuerzo desesperado de que no se vea lo que es. ¡Dios mío! ¿Quién
te ha engañado? ¿Qué idea de ti mismo te han metido en la cabeza?
Debe de ser una idea espantosa como para que te ocultes de esa manera
tan ridícula.
A mi, francamente, me estás irritando.
No, es que estoy cansado, salao. No tengo nada en contra de los
farsantes a no ser que estén enfrente de mi. Pero para que tú sigas
jugando a que eres Peter Pan yo tengo que jugar a que soy el Capitán
Garfio y, francamente, a mi no me gusta ser el Capitán Garfio. Lo
soy por no darte un soplamocos y que te pongas a llorar, lo que
harías sin duda, sin duda.
En vez de eso sigo jugando a que sí,
que no me entero, que eres Peter Pan, sí. ¡Uy, cómo vuelas! ¡Qué
eternamente joven eres! ¡Qué espadachín más sagaz! ¿Hemos
terminado? ¿Por favor? ¿Sí? Menos mal.
Tu jornada peterpanesca ha sido para mi
más agotadora de lo que puedas imaginar. De ser un chiste ha pasado
a ser un incordio. Quizás tú creas que a mi me gusta tu juego, pero
lo que me hace es tener ganas de llorar sangre. Como una Virgen
milagrosa, que llora sangre por ti, a ver si espabilas.
Diablos, para que tú pudieras jugar a
Peter Pan yo me he quedado con menos sangre de la que esperaba. Eso
se paga, amigo mío. Espero que tengas la billetera bien llena, que
tu jornada peterpanesca te haya proporcionado beneficios pingües,
porque me temo que te vas a tener que retratar cosa fina, coleguilla.
Me debes una bien gorda.
Así que ¡nada! A vaciarse los
bolsillos. A ver. ¿Pelusa? No nos interesa. ¡Es que encima eres
pobre! ¡Lo que tiene cojones encima es que eres pobre! Claro, por
eso necesitabas que te cubriera. Porque eres más pobre que una
araña.
Pues chico, ya sabes cómo se paga
cuando uno no tiene dinero: lavando los platos.
Así que a lavar.