jueves, 15 de septiembre de 2016

Danacol Reduce el colesterol


Pues si dice que lo reduce lo reducirá. ¿Quién sabe? Yo desde luego no.


A mi esto de sacar un producto y decir que es maná del Cielo me parece la hostia. Porque como luego no hay laboratorios serios que comprueben si lo que aquí dice es cierto uno puede inventarse historias disparatadas y aquí no pasa nada.

Igual hay laboratorios, pero se les compra para que digan lo que yo quiero que digan y se ha acabado.


Por eso yo cuando veo un Danacol, no sé, lo que hago es imaginar que en la historia de mi vida hay productos que son buenos para la salud, como las hadas en el Zelda. Cuando veo un Danacol pienso que es un hada del Zelda y cuando me lo bebo me imagino que mi indicador de vida sube hasta llenarse de corazoncitos y ahora puedo disparar con la espada, cosa que no puedes hacer si te falta tan solo medio corazón.

Asimismo, cuando bebo un Monster pienso que mi molonómetro se recarga a tope y ahora podré hacer magias que arrasen a todos mis enemigos de la pantalla con solo darle a un botón, como en el Golden Axe.


Cuando como garbanzos pienso que estoy en el intermedio de fases del Golden Axe, sentado ante una hoguera reponiendo fuerzas.

Y cuando como fruta pienso que estoy en Samba de Amigo y que mi velocidad se incrementa en varios enteros.


Como veis, es todo un juego. Vale que si te metes con el mechero en un dedo te quemas, pero con cosas menos graves puedes jugar todo lo que quieras.

Así la vida se convierte en algo que merece la pena estar metido en ello, porque si no es un lugar lúgubre donde tíos aún más lúgubres deciden las reglas que has de seguir. Y, francamente, si algo no tiene que hacer un tío lúgubre es decidir sobre la vida de los demás.


Yo no tengo nada contra la existencia de los tíos lúgubres, la tengo contra su existencia cerca de mi. En mi fantasía ellos son como, no sé, orcos que están aislados en el mapa, ya que en mi juego los orcos han sido desterrados del Reino y en él sólo quedamos los caballeros que merecemos ser llamados así. Los orcos son una raza que le quedan dos telediarios para extinguirse.

Si algún orco osa acercarse a mi usaré la capa de invisibilidad, que también tengo una, y me escabulliré sin gastar energía en luchar con tan baja forma de vida, ya que esa energía la necesito para follar y para hacer obras fabulosas que adornen este Reino maravilloso.


Cuando follo lo que pienso es que soy un dragón y no hay más. No hay mucho que explicar sobre esto.

Cuando reposo pienso que soy un rey borracho de poder y que todos los demás tienen como sentido de su vida servirme. Y así paso algunos minutos, a veces incluso horas, porque necesito también de la energía que da la vagancia, ese estado tan denostado hoy en día.


¿Tú a qué juegas? Porque yo te miro y creo que estás jugando a que eres un decente contable que la vida no le va ni bien ni mal, que le va ahí, gris. ¿Por qué tanta cobardía? ¿No sabes que te puedes inventar lo que te dé la gana y dejar de ser un triste contable si tienes la osadía para ello?

Debe ser que no. Una de dos, o no tienes imaginación o no tienes valor. Ambas opciones son una putada, tengo que admitirlo. Pero ¡no sé! Si no tienes lo que hay que tener para inventarte un juego completamente nuevo al menos puedes meter glitches en el que tienes entre manos. Así por lo menos te diviertes.


Puedes ir a los baños de la oficina y meterte el dedo en el culo y pasarlo por debajo del lavamanos manchado de mierda. Ahí nadie lo verá, y hasta que alguien lo descubra pueden pasar tres o cuatro días y nadie te asociará con ello. Además nadie tiene tiempo ni ganas como para ir a hacer análisis de heces a un laboratorio, así que te quedarás de rositas.

Puedes tirarte pedos en la cocina cuando te hayas quedado solo en la oficina, para que tu nauseabundo desprecio por ese trabajo de mierda quede impregnado en las paredes de la sala, sala donde comen tus compañeros todos los días, que son seres del averno más ignominioso. Así, sin exponerte a las represalias, manifestarás el asco que te da ese juego de 1994 que te pretenden vender como si fuera de última generación, 4K.


Hoy en día la gente como tú necesita de sabios como yo que le enseñen lo que es un glitch. Un glitch es un error de programación que hace que en el juego pasen cosas que no se esperan. Duplican las plataformas, hacen que otras se vuelvan transparentes y los enemigos se vuelven retorcidas masas de pixels. De polígonos, a día de hoy.

De ese juego tienes que salir, lo sabes tan bien como yo. Pero como apagar la consola no la vas a apagar, por lo menos estropéalo. Métele un rayón al DVD con las llaves, lo mismo que tienes ganas de hacerle al BMW del jefe. Haz todo lo que te advierte la caja que no hagas: deja el disco al sol, mójalo y acércale imanes. Todo es poco para destruir un juego que apesta.


Si lo haces, crearás un glitch que tiene valor en sí mismo. Su valor es artístico, pero además a ti te servirá para escapar de Castelvania II para meterte en GTA III.

¿Sabes quién programó Castlevania II? Fred Fucks.