miércoles, 21 de septiembre de 2016

Inves Pilas alcalinas


Inves es la marca de electrónica de El Corte Inglés. Yo mi Pentium III era Inves, y fue un ordenador estupendo. Con ese diseño entre pragmático, feo y con aspiraciones de “estar en la pomada” que tiene El Corte Inglés. Esa mezcla tan divina.


El Corte Inglés es un sitio totémico para mi en estos tiempos, aunque para mi ya se está pasando de moda. Por tanto, para ti va a estar de moda a partir de ahora. Cuando tú vas yo vengo, y esto no es sólo una machada. Es una verdad que los dos tenemos que aceptar, cada uno poniendo el esfuerzo donde tenemos que ponerlo.

Cuando todo se desvanece sólo queda el ladrillo, porque el ladrillo no es una imagen, es un hecho concreto. Puede que a ti El Corte Inglés te caiga mal porque su director general sea de la Falange, o algo así. A mi eso es algo que no me puede dar más igual. Que un señor tenga su foco puesto en los valores tradicionales es algo que no sólo no me molesta sino que lo admiro, ya que la tradición está llena de cosas maravillosas que hay que alabar más de lo que se hace.


Otra cosa es que el tronco vaya apaleando negros, y eso me parece mal. Pero imagino que un tipo de tal responsabilidad no se puede permitir esas sandeces.

El fallo que solemos tener la gente de izquierdas es nuestra enorme soberbia. Nos creemos que como estamos tocados por la vara de Dios con nosotros no van los asuntos terrenales, ya que somos tan, tan elevados que la tierra es poco para nosotros. Y, claro está, no podemos estar más equivocados. Puede que nosotros, fabulosos, estemos en contacto con ideas, sensaciones y conceptos que el director general de El Corte Inglés sólo conozca por las revistas. Sin embargo de nada sirve volar muy alto si no eres capaz de bajar a la tierra aquello que has visto, glorioso, en las alturas.


La Crisis, la famosa Crisis, ha puesto de manifiesto que la economía global estaba demasiado sustentada en humo. No sólo por el tema de las acciones y los bonos basura y esas cosas, ya que se trata nada más de predicciones, de especulaciones, sino por asuntos que tienen que ver con la moda, uno de mis temas favoritos. Temo que La Generación Más Preparada de la Historia hemos pecado de soberbios y nos hemos quedado enredados en cosas sublimes que, con una ráfaga de viento, se van y nos dejan con las manos vacías.

Por eso admiro tanto a El Corte Inglés. Porque quizás El Corte Inglés no tenga un diseño tan Vogue, tan Loewe, tan Nike, tan deslumbrante, pero, oye, por cada cajita de pilas que vende El Corte Inglés va poniendo un ladrillito más a su obra. Nosotros no, nosotros vivimos en las nubes, nosotros si ganamos cuatro duros nos los dejamos en una noche de juerga porque, oye, somos divinos. ¡Que venga el lobo a soplar si quiere! Nuestra casita de paja aguantará, espero, y si no aguanta por lo menos nos hemos pillado un pedo guapo y el recuerdo nos quedará para toda la vida.


Pero como saben las estrellas fracasadas de Hollywood de recuerdos no se vive. Los recuerdos no se pueden cocinar ni tampoco te guarecen de las inclemencias del tiempo. Lo que sí te guarece es El Corte Inglés. Sus edificios faraónicos están plantados en las mejores calles de las ciudades más grandes de España y ahí siguen, sólidos ante cualquier moda que se nos ocurra sacar de la manga a los modernitos. ¿Que este año se llevan los pitillos? Bueno, vale, pues hacemos unos pantalones pitillos. ¿Que este año vuelven las campanas? Bueno, hombre, no te preocupes, hacemos unas campanas. Tú tranquilo. Pero lo que nunca dejaremos de hacer son Viajes El Corte Inglés, aquellos que no te fallan en ningún detalle. Tampoco dejaremos de tener dependientas viejas y frustradas, porque esas son las que mejor te atienden y encima no te miran por encima del hombro como en Purificación García. Y desde luego seguiremos con Inves, porque si necesitas un aparato confiable a un precio muy razonable aquí estaremos nosotros.

“Juan, ¿por qué haces un cuadro que tenga en el centro un logo gigante de El Corte Inglés?” Pues por esto. Porque admiro a esta peña. Porque puede que no sean taaaaaan brillantes como yo pero no se caen de la bicicleta. Porque cuando el mundo se ha caído estrepitosamente ellos ahí siguen, oyendo llover.


Y si alguien no admira este hecho de campeón, de titán, de tipo grande por sobrio, pues, chico, ese alguien, hoy por hoy, no tiene mis respetos. Tiene mi desprecio por soberbio.

Y eso es lo que hay, tolai.