lunes, 12 de septiembre de 2016

Vitis pasta dentífrica encías


Las encías de los perros de caza deben ser cuidadas con especial esmero. Al estar todo el día sacando los dientes las encías se echan para atrás y hay que cuidar ese asuntillo.


¿Habéis visto Los Descendientes? Igual si eres un pureta no. Como eres tan pureta no ves cosas que molan, sólo noticias y hablas con taxistas. Claro, normal que estés como chuchurrío, si es que es lo que has comprado. Si te alimentas de bajas vibraciones acabas siendo un tío que vibra por debajo de la media. Que ya es baja de por sí, así que ya contigo bajamos a Segunda B.

Los guays, los molones, la crema de la crema, sí vemos Los Descendientes. Naturalmente que sí. Esta peli va de malos. De tíos que sacan los dientes.


Son los hijos e hijas de los villanos y villanas de Disney. Y como son esa prole pues son más malos que el sebo. Sale Dove Cameron, la más estatuilla de porcelana de las estrellas chicas de Disney. Luego sale el que hace de hijo travieso en Jessie y uno que es así como chino y occidental a la vez que, no sé, ese tío mola millas. El típico tío que si yo no fuera yo y, por tanto, le ganase en molonidad, me gustaría ser.

Vamos, que es otro estilo, pero me anda en molonidad ahí ahí. O sea, que mira de qué estamos hablando.


Mira qué reverencia.

Y nada, se van a una escuela de hijos e hijas de los buenos y buenas de las fábulas Disney. Los pijos, vaya. Los malotes se van al colegio de pijos. Ese es el argumento, aunque delicadamente acariciado por los oropeles de Disney más exquisitos.


Total, que los malos al final dan la espalda a sus padres porque no quieren seguir siendo malos. Y los buenos pasan un poco de la vida encorsetada que heredaron de sus padres y se mezclan un poco con los malos, porque aunque sean malos su rollo mola mil.

Total, que dos ingredientes demasiado puros que por separado no alcanzan altas cotas de brillantez se juntan y de ahí sale una mezcla explosiva, molónica a 100.


Eso es lo que tienes que hacer tú, amigo capullo. Vas demasiado con peña que se parece a ti. Y, claro, pues de ahí no sale un pijo. Una mierda, vamos. De ahí no sale una mierda.

Si vas con gente parecida a ti es porque la gente distinta a ti te da miedo. Eso es evidente. Discutir eso es infantil.


Que yo no digo que no lo hagas, pero como bien sabes, aunque no me lo digas para no quedar en el más espantoso de los ridículos, te estás perdiendo la vida por ser un cobarde.

Si eres un chunguito te dará miedo ir con los pijos porque van a pensar que eres un tiradete. Si eres un pijo te dará miedo ir con los chunguitos porque van a pensar de ti que eres un pringao.


A mi no me cuentes cuentos, que conmigo no hace falta. Te lo digo de corazón.

Así que lo que tienes que hacer, mi buen amigo encajonado en una sola perspectiva de la vida, es salir de lo que ahora los sabios de LinkedIn llaman “zona de confort”. ¡Claro! ¡Con mamá limpiándote el culo toda la vida se está divinamente! ¿Verdad? Pero, hombre, no vas a tener a la pobre mujer limpiándote el ano eternamente. ¿O sí?


¿Tan egoísta eres?

Yo diría que sí, pero no quiero destruirte más de lo que estás.


Dado que no eres suficientemente sólido, o sólida, como para aceptar lo que te digo sin montar una triste escena, encájalo al menos. Lo primero que tienes que aprender para salir de tu “zona de confort” (esa ridícula expresión que nos ha enseñado LinkedIn) es a encajar. Ahí fuera no todo es tan cómodo como en casa, pero a la vez en dónde reside la vida.

¡Así que tú sabrás! A mi lo que hagas me la trae floja, mi etapa de Santa Teresa terminó y no sabes qué buena nota he sacado. Como en todo lo que hago, soy un alumno fabuloso, increíble, deslumbrante, maravilloso, cegador.


Total, que la vida pasa y cada día que pasa se nota más, es más evidente, que eres un pringado. Lo que has sido toda la vida, vaya. Pero no has tenido la osadía de ponerle remedio.

Para saltarte todas las normas de Dios sí eres osado, pero para echarle huevos a la vida... Ni medio osado. Piltrafillas.