miércoles, 14 de septiembre de 2016

OCB Slim 150 filtros


Yo soy más de ser gordín que slim, pero bueno, como me han vendido estos pues no voy a reclamar, que es otra cosa que no me gusta nada.


Reclamar me saca de mis casillas. Tener que decirle a alguien que ha hecho mal esto y que lo que tenía que haber hecho es esto otro es algo que el cuerpo me rechaza. Por eso si alguien incide en un error tiendo a alejarme de ese alguien que no tiene la decencia e inteligencia suficientes como para ver dónde está el problema.

Soy muy fino, lo admito.


Para criar animales ya tengo a mi gata, que es menos animal que la mayoría de vosotros. Mi gata es la cosa más fina que puebla este mundo, ya que la he criado yo. Lo criado por mi es finísimo, ya que yo soy finísimo y no puedo hacer más que cosas finísimas.

Lo burdo es cosa vuestra. Zapatero, a tus zapatos.


Sin embargo no es fácil llegar a la finura más absoluta. Es un trabajo duro, especialmente de disciplina. No puedo cagarme en las piscinas públicas aunque me muera de ganas de hacerlo porque esas cosas no se hacen. Así que me veo obligado a encontrar canales insólitos para expresar mi rabia, cosa que vosotros hacéis con un graffiti y os quedáis tan anchos.

Por eso me veo obligado a trabajar con lienzos, que son una cosa que ocupa mucho más sitio que unos botes de spray. Como veis, la disciplina llama una vez más a mi puerta.


Cuando era pequeño mi madre y yo fuimos a El Corte Inglés a comprar mi ropa para el curso escolar que empezaba. El dependiente trató de vendernos unos polos Lacoste, que no me gustaban nada, pero ese no es el tema. Además, eran muy caros, así que me madre le preguntó al dependiente por qué eran tan caros.

Y el dependiente le contestó, con sus dos cojones toreros “Señora, es que no sabe usted lo caro que es ir a África, cazar un cocodrilo y ponerlo aquí”.


¡Ole! Sólo por eso había que comprarle los polos. Pero no, es que no me gustan, de verdad.

Sin embargo el tronco dio con algo clave: la marca. La marca no es sólo el motivo por el que un polo es más caro. La marca es el sello de confianza de que este polo es de puta madre. Si te gustan los polos, cómprate este, porque es muy bueno. ¿Que cómo lo sé? Mira, porque tiene aquí cosido este cocodrilo. Eso significa que este polo es muy bueno.


La marca, como cualquier otra cosa, no se ha de hacer de aire, de humo, de cenizas al viento. La marca representa calidad porque detrás tiene calidad que representar. Es una lección que deberían aprender nuestros amigos hipsters, que se creen que con hacer un logo chulo en Illustrator está todo resuelto.

¡Qué generación! ¡Qué mal acostumbrados! Claro, como han crecido dándole a un botón y sale Coca-Cola se creen que la Coca-Cola se hace dándole a un botón, como el del ratón que usas para trabajar en Illustrator.


No, me temo que el asunto es más laborioso. No complicado, laborioso, de labor. ¡Ya te están empezando a salir ronchas en la piel, hipster! ¡Menuda alergia que te da el trabajo, tío! Yo prefiero lo mío con las gramíneas pero vamos, de lejos.

El caso es que para que tu logo en Illustrator represente calidad tienes que tener, primero, una calidad. Porque si no tu logo representará lo que hay, a un gandul que para enredarte la cabeza con complicadísimos cuentos tiene todo el talento del mundo, pero para hacer un polo de muy buena calidad que no encoja, siente bien al torso y que mantenga vivo su color durante el más tiempo posible para eso ya no hay tanto talento, me temo.


Desarrollar la calidad es lo que hizo primero el señor Lacoste, antes de inventarse lo del cocodrilo. Eso vino después, porque los hombres de antes no tenían alergia al trabajo. Las guerras si tienen algo de bueno es eso, que crían hombres serios, que saben lo que es el honor, la dignidad, la fuerza, la astucia, el deber. Saben lo que es tirarse encima de una granada para proteger a un compañero, a un hermano.

A lo mejor logos en Illustrator no saben hacer, pero para eso ya estás tú. ¡La que has liado para quedarte como estabas!


Siendo un chavalín que juega con el ordenador.