Yo soy más de ser gordín que slim,
pero bueno, como me han vendido estos pues no voy a reclamar, que es
otra cosa que no me gusta nada.
Reclamar me saca de mis casillas. Tener
que decirle a alguien que ha hecho mal esto y que lo que tenía que
haber hecho es esto otro es algo que el cuerpo me rechaza. Por eso si
alguien incide en un error tiendo a alejarme de ese alguien que no
tiene la decencia e inteligencia suficientes como para ver dónde
está el problema.
Soy muy fino, lo admito.
Para criar animales ya tengo a mi gata,
que es menos animal que la mayoría de vosotros. Mi gata es la cosa
más fina que puebla este mundo, ya que la he criado yo. Lo criado
por mi es finísimo, ya que yo soy finísimo y no puedo hacer más
que cosas finísimas.
Lo burdo es cosa vuestra. Zapatero, a
tus zapatos.
Sin embargo no es fácil llegar a la
finura más absoluta. Es un trabajo duro, especialmente de
disciplina. No puedo cagarme en las piscinas públicas aunque me
muera de ganas de hacerlo porque esas cosas no se hacen. Así que me
veo obligado a encontrar canales insólitos para expresar mi rabia,
cosa que vosotros hacéis con un graffiti y os quedáis tan anchos.
Por eso me veo obligado a trabajar con
lienzos, que son una cosa que ocupa mucho más sitio que unos botes
de spray. Como veis, la disciplina llama una vez más a mi puerta.
Cuando era pequeño mi madre y yo
fuimos a El Corte Inglés a comprar mi ropa para el curso escolar que
empezaba. El dependiente trató de vendernos unos polos Lacoste, que
no me gustaban nada, pero ese no es el tema. Además, eran muy caros,
así que me madre le preguntó al dependiente por qué eran tan
caros.
Y el dependiente le contestó, con sus
dos cojones toreros “Señora, es que no sabe usted lo caro que es
ir a África, cazar un cocodrilo y ponerlo aquí”.
¡Ole! Sólo por eso había que
comprarle los polos. Pero no, es que no me gustan, de verdad.
Sin embargo el tronco dio con algo
clave: la marca. La marca no es sólo el motivo por el que un polo es
más caro. La marca es el sello de confianza de que este polo es de
puta madre. Si te gustan los polos, cómprate este, porque es muy
bueno. ¿Que cómo lo sé? Mira, porque tiene aquí cosido este
cocodrilo. Eso significa que este polo es muy bueno.
La marca, como cualquier otra cosa, no
se ha de hacer de aire, de humo, de cenizas al viento. La marca
representa calidad porque detrás tiene calidad que representar. Es
una lección que deberían aprender nuestros amigos hipsters, que se
creen que con hacer un logo chulo en Illustrator está todo resuelto.
¡Qué generación! ¡Qué mal
acostumbrados! Claro, como han crecido dándole a un botón y sale
Coca-Cola se creen que la Coca-Cola se hace dándole a un botón,
como el del ratón que usas para trabajar en Illustrator.
No, me temo que el asunto es más
laborioso. No complicado, laborioso, de labor. ¡Ya te están
empezando a salir ronchas en la piel, hipster! ¡Menuda alergia que
te da el trabajo, tío! Yo prefiero lo mío con las gramíneas pero
vamos, de lejos.
El caso es que para que tu logo en
Illustrator represente calidad tienes que tener, primero, una
calidad. Porque si no tu logo representará lo que hay, a un gandul
que para enredarte la cabeza con complicadísimos cuentos tiene todo
el talento del mundo, pero para hacer un polo de muy buena calidad
que no encoja, siente bien al torso y que mantenga vivo su color
durante el más tiempo posible para eso ya no hay tanto talento, me
temo.
Desarrollar la calidad es lo que hizo
primero el señor Lacoste, antes de inventarse lo del cocodrilo. Eso
vino después, porque los hombres de antes no tenían alergia al
trabajo. Las guerras si tienen algo de bueno es eso, que crían
hombres serios, que saben lo que es el honor, la dignidad, la fuerza,
la astucia, el deber. Saben lo que es tirarse encima de una granada
para proteger a un compañero, a un hermano.
A lo mejor logos en Illustrator no
saben hacer, pero para eso ya estás tú. ¡La que has liado para
quedarte como estabas!
Siendo un chavalín que juega con el
ordenador.