Esto es, bueno, pues eso, pintura que
lleva un poco de purpurina incorporada. 1,50 en el Dealz. Ordinary
stuff.
Esta pintura sirve para darle un toque
así pop a la mierda que hagas, porque la purpurina brilla y a los
humanos, como a las urracas, lo que brilla nos gusta. Te hace
chiribitas en los ojos y a todos nos gustan estas chiribitas.
Las chiribitas sirven, como la
Coca-Cola, para aliviar el tedio. El ocio se ha convertido en un
enemigo, vete a saber ahora por qué. Me pregunto qué teoría
macroeconómica infame ha llegado a la conclusión de que el ocio es
mala cosa.
Yo veo a mi gata, un ser que no tiene
el cerebro comido por un entramado social que se ha inventado con los
del resto de su especie, y la veo siempre más contenta que unas
castañuelas. Por la mañana se pasa tirada, así, tirada, todo el
puto rato tomando el sol. Cuando el sol deja de entrar por la ventana
se mete debajo de la colcha y ahí se pasa otro rato de putísima
madre disfrutando del calorcito que su pelo ha absorbido en el rato
anterior.
Cuando se cansa de estar tirada, sale
de la colcha, se estira un rato y se va a comer la comida que yo le
he puesto. Se la jama, a su puto ritmo, y luego me viene a enredar un
rato. Me da unos besos, yo se los doy a ella y tan contentos. Luego
jugamos un ratín a que yo la cojo y ella escapa y con eso ya hemos
echado la tarde noche. Luego se tumba a mi lado mientras yo hago
cosas, como esta que estoy haciendo ahora mismo y... ¡Hala! ¡Ya
hemos echado el día, Juan! ¡De puta madre! ¿No?
¡Joder, tía, si te pilla mi jefe te
despide! ¡Qué ineficiente! ¡Qué productividad más laxa! ¡Qué
vaga!
Mi gata, que es más lista que
cualquiera de nosotros, si alguien le viene con esas le mira
extrañada, le gira la cabeza, le enseña el ano mientras levanta la
cola y se va a tumbarse en la puta cara del locatis, para que con su
ejemplo se dé cuenta de lo locatis que está.
Mi gata es como Buda cuando le
preguntaron el secreto de la iluminación y el tío sólo se dedicó
a señalar a una mariposa. ¡Ole, maestro! ¡Nosotros aquí
desesperados porque nos expliques el secreto de la vida eterna y tú
vas y nos señalas a una mariposa! ¡Tú eres un salao! ¡Un vacila!
Y sí, de un poco de eso va la cosa. De
ser un salao. Un vacila. De pasar un poco de todo lo que no tenga
verdadera importancia. Jesús en vez de señalar mariposas señalaba
lirios del campo, como diciendo “Ay, tontines, si os dejarais de
comer tanto la olla por cosas que no tienen en absoluto sentido. Sed
sencillos, como estos lirios, y el Padre os dará de comer, ya que os
ama de enorme manera”.
Pero como en nuestro
so-fis-ti-ca-dí-si-mo entramado social eso de que haya un Padre
Universal que vela por nosotros y que si nos dedicamos a ser felices
tal y como Él quiso que lo fuéramos nos parece como imposible, de
lo guay que es, pues nos dedicamos a montar complejísimos entramados
para conseguir aquello que si no nos comiéramos tanto la olla se nos
daría como de casualidad, como una mosca pasa por delante del
vencejo justo cuando le está empezando a entrar el hambre.
Así que en vez de tumbarnos a habitar
el Jardín del Edén, que es donde nos encontramos, nos dedicamos a
buscarle faltas a un sistema que es perfecto de por sí. Y nos
inventamos otros basados en la tonta idea de la inexistencia de Dios.
Esto es, la existencia de escasez. Y Dios, que si no le dejas entrar,
pues chico, no puede entrar, aunque lo está deseando, no puede darte
esa mosca por la que trabajas 10 horas al día y que se te podría
dar por casualidad.
Así que, jefe, colega, no... ¡No te
chines tanto! ¡Mira la puta mariposa, mira el puto lirio! Yo no
tengo nada en contra de que estés pirado, pero, joder, no quieras
que me vuelva yo pirado también. Es que así perdemos todos, así
nos vamos volviendo locos uno detrás del otro, sólo porque a ti se
te ha pasado la aterradora pero falsa idea por la cabeza de que en el
mundo pueda haber algo de escasez.
Que a ti se te pire la pelota de
espectacular modo no implica que se me tenga que pirar a mi. Bueno,
sí, porque cuando estás loco quieres que los demás también lo
estén, lo mismo que pasa cuando estás cuerdo. Pero vamos, que a lo
que voy es que, sintiéndolo mucho, yo no voy a dejar que me vuelvas
loco.
Si con mi compañía te vuelves cuerdo,
dabuti. Pero como te dé el siroco demasiado, puerta.






