domingo, 4 de septiembre de 2016

Glitter Paint Pintura de Purpurina


Esto es, bueno, pues eso, pintura que lleva un poco de purpurina incorporada. 1,50 en el Dealz. Ordinary stuff.


Esta pintura sirve para darle un toque así pop a la mierda que hagas, porque la purpurina brilla y a los humanos, como a las urracas, lo que brilla nos gusta. Te hace chiribitas en los ojos y a todos nos gustan estas chiribitas.

Las chiribitas sirven, como la Coca-Cola, para aliviar el tedio. El ocio se ha convertido en un enemigo, vete a saber ahora por qué. Me pregunto qué teoría macroeconómica infame ha llegado a la conclusión de que el ocio es mala cosa.


Yo veo a mi gata, un ser que no tiene el cerebro comido por un entramado social que se ha inventado con los del resto de su especie, y la veo siempre más contenta que unas castañuelas. Por la mañana se pasa tirada, así, tirada, todo el puto rato tomando el sol. Cuando el sol deja de entrar por la ventana se mete debajo de la colcha y ahí se pasa otro rato de putísima madre disfrutando del calorcito que su pelo ha absorbido en el rato anterior.

Cuando se cansa de estar tirada, sale de la colcha, se estira un rato y se va a comer la comida que yo le he puesto. Se la jama, a su puto ritmo, y luego me viene a enredar un rato. Me da unos besos, yo se los doy a ella y tan contentos. Luego jugamos un ratín a que yo la cojo y ella escapa y con eso ya hemos echado la tarde noche. Luego se tumba a mi lado mientras yo hago cosas, como esta que estoy haciendo ahora mismo y... ¡Hala! ¡Ya hemos echado el día, Juan! ¡De puta madre! ¿No?


¡Joder, tía, si te pilla mi jefe te despide! ¡Qué ineficiente! ¡Qué productividad más laxa! ¡Qué vaga!

Mi gata, que es más lista que cualquiera de nosotros, si alguien le viene con esas le mira extrañada, le gira la cabeza, le enseña el ano mientras levanta la cola y se va a tumbarse en la puta cara del locatis, para que con su ejemplo se dé cuenta de lo locatis que está.


Mi gata es como Buda cuando le preguntaron el secreto de la iluminación y el tío sólo se dedicó a señalar a una mariposa. ¡Ole, maestro! ¡Nosotros aquí desesperados porque nos expliques el secreto de la vida eterna y tú vas y nos señalas a una mariposa! ¡Tú eres un salao! ¡Un vacila!

Y sí, de un poco de eso va la cosa. De ser un salao. Un vacila. De pasar un poco de todo lo que no tenga verdadera importancia. Jesús en vez de señalar mariposas señalaba lirios del campo, como diciendo “Ay, tontines, si os dejarais de comer tanto la olla por cosas que no tienen en absoluto sentido. Sed sencillos, como estos lirios, y el Padre os dará de comer, ya que os ama de enorme manera”.


Pero como en nuestro so-fis-ti-ca-dí-si-mo entramado social eso de que haya un Padre Universal que vela por nosotros y que si nos dedicamos a ser felices tal y como Él quiso que lo fuéramos nos parece como imposible, de lo guay que es, pues nos dedicamos a montar complejísimos entramados para conseguir aquello que si no nos comiéramos tanto la olla se nos daría como de casualidad, como una mosca pasa por delante del vencejo justo cuando le está empezando a entrar el hambre.

Así que en vez de tumbarnos a habitar el Jardín del Edén, que es donde nos encontramos, nos dedicamos a buscarle faltas a un sistema que es perfecto de por sí. Y nos inventamos otros basados en la tonta idea de la inexistencia de Dios. Esto es, la existencia de escasez. Y Dios, que si no le dejas entrar, pues chico, no puede entrar, aunque lo está deseando, no puede darte esa mosca por la que trabajas 10 horas al día y que se te podría dar por casualidad.


Así que, jefe, colega, no... ¡No te chines tanto! ¡Mira la puta mariposa, mira el puto lirio! Yo no tengo nada en contra de que estés pirado, pero, joder, no quieras que me vuelva yo pirado también. Es que así perdemos todos, así nos vamos volviendo locos uno detrás del otro, sólo porque a ti se te ha pasado la aterradora pero falsa idea por la cabeza de que en el mundo pueda haber algo de escasez.

Que a ti se te pire la pelota de espectacular modo no implica que se me tenga que pirar a mi. Bueno, sí, porque cuando estás loco quieres que los demás también lo estén, lo mismo que pasa cuando estás cuerdo. Pero vamos, que a lo que voy es que, sintiéndolo mucho, yo no voy a dejar que me vuelvas loco.


Si con mi compañía te vuelves cuerdo, dabuti. Pero como te dé el siroco demasiado, puerta.