Los intestinos de un hombre son cosa
seria. De ellos sale la caca que luego sirve para abonar los campos y
que los frutos crezcan más lustrosos, más nutritivos. Esto se puede
tomar como metáfora o como dura realidad física, lo que más te
guste.
Para los intestinos una cosa muy buena
es el limón. El limón, como sabrás si te has leído todas y cada
una de las historietas de Zipi y Zape como yo, es astringente. El
limón hace que las paredes de tu intestino se pongan tersas y en
ellas se puedan desarrollar trozos de mierda más duros, que quedan
mucho mejor al cagar. Una mierda compactada queda mejor al cagar que
una mierda hecha papilla, que parece que no ha pasado suficiente
tiempo en el horno. Con la mierda pasa como con los pasteles.
Para tal fin, yo tengo un método del
que estoy muy orgulloso, ya que me lo he inventado yo. Creo que pasas
demasiado tiempo leyendo webs sobre cómo tener éxito y demasiado
poco pensando por ti mismo cómo tener éxito. No digo que tengas que
dar la espalda a la inspiración, pero no deberías pensar que tú
eres la persona que menos sabe de todas y que todas las demás saben
lo que debes hacer con tu vida. Creo que eres Valencia y que compras
las naranjas a Chiquitistán.
Mi método consiste en lo siguiente: me
bebo un cacho de una botella de litro y medio de agua mineral, el
equivalente a la cantidad de zumo que hay en uno de estos botes que
hoy nos ocupan. En el espacio sobrante vacío el contenido de uno de
estos botes consiguiendo agua con limón de forma pura, ya que estos
botes contienen única y exclusivamente zumo de limón. No son como
el Trina, que te dicen que llevan un 8% de zumo de limón como si eso
fuese un logro sobrehumano. ¡Diablos! ¿Tan poco zumo de limón y te
atreves a considerarte “el refresco más natural”? Casi prefiero
entonces tomarme una Fanta, que llevará menos zumo de limón pero
está más buena. Trina está en tierra de nadie, ni está tan buena
como la Fanta ni se le puede considerar algo realmente natural. Trina
es un coñazo, un segundo plato.
El caso es que con mi método me monto
un brebaje que bien lo podrían recomendar los médicos. El cuerpo me
pide beberlo, que es lo que tiene que pasar cuando algo le sienta
bien a tu cuerpo. Si tu cuerpo te pide algo dáselo, ya que tú no
sabes más que él. Y si te lo rechaza no se lo des por el mismo
motivo. A mi el cuerpo me pide dulce, se lo doy y cada día soy más
feliz y estoy más sano. La vida tiene demasiadas pocas
complicaciones como para rayarse lo más mínimo.
Total, que mientras bebo esta mierda
noto como mis intestinos se ponen duritos, es como si los llevase al
gimnasio, otra cosa que mi cuerpo no me pide nada. Noto cómo se ponen
a amasar la mierda más diligentemente, como si les hubiese dado ese
seguro dental a los obreros de la fábrica por el que ahora trabajan
mejor, más motivados y contentos. Y, por tanto, son más
productivos. Todos ganamos. Obreros y patrón, que soy yo.
El resultado son unas mierdas de
concurso de mierdas, de exquisita forma y textura. El cagarlas está
muy bien también porque te roza en el ano, y eso es como una polla
gruesa para la vagina de una mujer. Se nota más, roza más, da más
gusto, me hace sentir más mujer, en mi caso más varón, porque
cagar gordo y duro te hace sentir más varón.
Cuando termino y contemplo satisfecho
mi obra me pongo muy contento, porque he cagado más plastilina que
pasta de judías, y eso te hincha el pecho. Me abstengo de palpar mi
trabajo porque, bueno, un trabajo tan exquisito merece la pena que
quede sin mácula. No le saco una foto porque luego no se la podría
enseñar a nadie, ya que todo el mundo tiene el cerebro lavado, más
a mi edad, y creen que lo bueno es malo y lo malo es bueno. Es una
enfermedad de la gente contra la que ya no lucho, simplemente la
surfeo con elegancia.
Así que ¡nada! Si queréis tener un
tránsito intestinal excelente y no queréis recurrir a fórmulas
prefabricadas como el All-Bran, ya que no sé cómo no estáis
cansados de dejar que otras personas piensen por vosotros y encima
pagarles por ello, os dejo que imitéis mi fórmula.
¡A cagar bien, hijos de puta!




