Este es un spray que sirve para que tus
obras tengan una capa transparente por encima que las proteja de los
dedazos de tu hijo. Mi concepto artístico acepta los dedazos de tu
hijo destruyendo mi trabajo, ya que pienso que las cosas si no se
pueden manejar con soltura no sirven de nada y no tienen valor. Algo
valioso puede verse manoseado por tu hijo y que no sólo no pierda
valor, sino que aún tenga más, ya que es práctico.
Aún con todo compré este puto spray
cuando no tenía tan claro el concepto como lo tengo hoy. Después de
todo, si a alguien le vendes algo con una capa de barniz por encima
no se sentirá estafado, se sentirá bien tratado. Mi concepto
también incluye la flexibilidad, es decir, que si en determinados
casos tengo que dejar de lado mi exquisito concepto de que la
usabilidad de las cosas aumenta su valor, pues no pasa nada y todos
tan contentos.
¿Que tú quieres una pieza a la que
reverenciar y que nadie la pueda alterar con sus dedazos? Tranquilo,
colega, tengo este spray.
Ser demasiado estricto no me parece un
buen concepto artístico, como no me lo parece para la vida. El
concepto artístico nace, naturalmente, de mi manera de ver la vida,
que es lo que te vendo en diferentes formas. Mi visión de las cosas.
Una visión profunda y por tanto
original de la vida es algo que parece ser que es muy valioso. Ya
ves, yo lo tenía ahí en una esquina de mi cuarto, debajo de los
papeles, y resulta que mi visión de las cosas es algo muy valioso.
Quién lo iba a decir.
Esta visión profunda y original de las
cosas te recubre a ti mismo de un barniz que la gente nota cuando te
ve. Ya ves, el barniz que le niego a mis trabajos a mi me recubre de
otro, que hace que me percibas de determinada manera. ¿No es algo,
de alguna manera, mágico?
Asimismo, mi mirada cruzándose con la
tuya puede hacerte pensar que el concepto que tienes de ti mismo es
peor del que podrías tener si vieras la vida a través de mis ojos.
Por lo tanto mi mirada te enriquece. Y eso es lo que debe ser que la
hace valiosa.
Una mirada sucia o poco lúcida te
puede llevar a cometer calamidades, porque puedes tener un concepto
de ti mismo empobrecido, y uno comete atrocidades cuando se siente
empobrecido. Nadie que se vea fresco como una lechuga y reluciente
como una tetera de plata se va a poner a atracar a nadie a punta de
navaja, ya que no siente que eso sea necesario. Ya se siente
suficientemente bien, no necesita bajarse al barro para conseguir
nada más.
Te insto, por tanto, a dejarte
contagiar por mi mirada ya que bajo ella todo es mucho más colorido
y está impregnado de una luz divina. Tú te puedes ver gorda, yo te
veo preciosa. Tú te puedes ver delgaducha, pero yo, sin embargo, te
veo preciosa. Tú puedes pensar que eres un pijo que ya no tiene
remedio en esta vida, yo te veo como un tío macho que a lo mejor es
un poco tontín, pero precisamente en eso reside tu chispa. Igual tú
te ves como un garrulo irrecuperable, yo veo un macho gigantesco que
ya lo querría para sí cualquier mujer.
Como ves, desde mi punto de vista todo
es diferente, mucho mejor, tengo que decir. Por eso mi visión para
ti es valiosa, porque donde parecía que había una película de
terror yo veo Rey de Reyes mezclada con Cars.
Tú te pasas el día viendo La Matanza
de Texas y, claro, pues uno acaba desasosegado, viendo todo el día
La Matanza de Texas. Es mejor pasarse el día viendo Los Diez
Mandamientos mezclada con ¡Rompe, Ralph!
Y ese es el motivo por el que me ves
así tan brillante. Porque como yo estoy viendo una película que
inspira mientras que tú estás viendo una película que deprime, yo
soy percibido como una persona inspirada y tú como una deprimida.
Tampoco es esto física cuántica. ¿O
sí?
Arrójate, por tanto, a mis pies y
suplícame que te dé un poco de lo que yo tengo para que las
tinieblas desaparezcan de tus ojos. Si suplicas con la suficiente
educación y con el suficiente respeto igual me digno a compartir
contigo lo que no creo que se le deba dar a todo el mundo, ya que es
demasiado precioso. Las margaritas se les deben echar a los cerdos
cuando no hay otra opción, pero ahora el PP ya ha conseguido
enderezar el rumbo de este barco que es España y mis margaritas ya
pueden venderse a precio de margaritas, ya que ya tienes alimento de
baja calidad suficiente. Ahora que tus necesidades nutricionales
básicas están satisfechas es hora de que te dediques a adornarte un
poco, que, de verdad, es que se te ve mal, ¿eh? Se te ve mal.
A ver, ¡sit! Muy bien, perrito. ¡Plas!
¡Plas! El plas todavía no lo sabes hacer. Bueno, cuando lo sepas
hacer te doy una galletita, perrito.
Muy bien, buen chico. ¡Ahora tráeme
las zapatillas!







