lunes, 5 de septiembre de 2016

Vitis cinta dental con cera con flúor y menta


Yo descubrí la cinta dental en Alf, donde la llamaron seda dental. En aquella época España estaba poco desarrollada y todavía no teníamos estos avances de la tecnología, pero sí los norteamericanos.


En la misma serie descubrí que el árbol de Navidad de plástico que tenían mis padres a los niños no nos gustan nada. A mi hasta entonces el árbol de plástico me encantaba, vamos, ni me encantaba ni me dejaba de encantar, era de mis padres y por lo tanto era perfecto. Pero Alf me dijo que yo estaba en un error, que los árboles de Navidad tienen que ser de verdad o si no son una mierda.

Así que empecé a comerles la olla para que, por Dios, dejaran de lado ese árbol de plástico y se pasaran a lo que de verdad lo petaba, los árboles de Navidad de verdad. Y desde entonces en mi casa hubo arbolito de Navidad de verdad.


Más adelante me he enterado de que los árboles de verdad son muy malos, porque tienen que ser talados para que niños caprichosos como yo tengan gustirrinín en el culo. Así que parece que, desde el principio, mis padres tenían razón.

¿Ha merecido la pena el viaje? Naturalmente que sí, me he llevado cantidad de data del mundo que de no haber paseado por él no tendría. Puede que de este data haya que hacer un pequeño filtro, porque hay que separar un poco el grano de la paja, pero he vuelto a casa de mis padres más rico de lo que me marché. Y por tanto ahora puedo ayudar a la familia de una manera mucho mejor de la que podría si nunca les hubiera abandonado.


Soy como el hijo pródigo, el que se marchó de un portazo pero ahora que vuelve mis padres están encantados de tenerme con ellos. Y mi hermano, el pelotilla, me tiene ojeriza porque él se ha quedado aquí chupándole la polla a mis padres y para quién matan el mejor cabrito de la granja es para mi, no para él. Porque a mi me han echado de menos y a él no.

Mi hermano, es cierto, les ha atendido en mi ausencia. Pero yo soy el guay, el que fue lo suficientemente brillante como para enfrentarme a ellos. Y eso, aunque al principio sea molesto, a la larga hace que te tengan más respeto. Porque, oye, este tío es íntegro. A este tío no se la juegas. Con este tío se puede contar.


Mi hermano, el pobre, está un poco jodidillo. O sea, que yo he tenido mil aventuras, me paso por el forro a mis padres y para el que matan el cabrito es para mi. ¡No hay derecho!

Bueno, hombre, pero es que la Historia Sagrada es así. ¿Yo qué quieres que le haga? Tenía que ver mundo y equivocarme mil veces para llegar a entender que desde el principio el árbol de plástico está bien tal y como está. Tú lo has aceptado sin cuestionarlo, cosa que está muy bien, por una parte, pero si algún día hay que hacer mejoras en algo al que van a llamar es a mi, no a ti. Porque yo soy el que no acepto los errores y tú eres el que los acepta, resignado. Digamos que yo veo lo mismo que tú, pero, además, veo otro montón de cosas más.


Por eso yo soy más incómodo pero más valioso. Es normal que papá y mamá maten el cabrito para mi, ya que el guay ha vuelto a casa. ¡A todo el mundo le gusta que el guay vuelva a casa! Esta casa debe ser de mucha categoría si el guay se ha dejado ver por aquí. ¿No?

Algo habremos mejorado desde que el guay nos dejó plantados por inútiles, porque si no el guay no querría saber de nosotros ni el huevo. ¿Es así o no es así?


Os voy a conceder que sí. Hay que reconocer que ese cabrito es digno de mi, por lo tanto vosotros lo sois de mi beneplácito. Era así de sencillo, hombre. Me matabais unos cabritos que, de verdad, esto yo no lo podía aceptar. Eran así como cabritos regulares. Con este señor cabrito sí, con este señor cabrito estoy satisfecho. ¡Muy bien, papás! Vais por el buen camino. Aprobados.

¿Veis? Hay que sacar los dientes de vez en cuando, que si no la gente no sabe apreciar lo que tiene en casa. Aunque sólo sea por ellos, para recordarles la suerte que tienen de tu compañía y que ese hecho merece ser celebrado de rato en rato.


¡Quiero patatas! ¿No habéis asado patatas junto con el cabrito? ¿A que me voy?