domingo, 4 de septiembre de 2016

Nilfinsk 5 X Dust bags + pre-filter


Esta, según mi madre, es la mejor marca de aspiradores. La prueba es que también es la que usa Casiano, el portero.


Otra prueba es que su servicio técnico es una tienducha enana y está en el quinto pino. Me fío de las tienduchas enanas. Cuanto menos intentas demostrar mejor eres.

¿Tú eres más de pensar conceptos sólidos o de hacer ejecuciones brillantes? La pregunta es un poco tramposa, ya que no hay ejecuciones brillantes sin conceptos sólidos. La pregunta es más bien si tú mucho lirili pero poco lerele.


El lerele es fundamental. Es lo que va a hacer que tu obra vaya a durar o no muchos años, sea cual sea tu obra: un negocio, un matrimonio, un puesto de trabajo... Lo que sea. Si no metes lerele al asunto el asunto se va a derrumbar por su propio peso.

Aunque el lirili sean adornos, los adornos, uno detrás de otro, acaban pesando. Y a no ser que hayas dedicado tiempo y esfuerzo a un lerele como Dios manda el rollo se te va a caer. Cuánto lo siento.


Pongamos por caso que eres un tipo muy brillante. De tan brillante que eres estás hipnotizado con tu propio embrujo. Como cuando uno está hipnotizado lo único que ve es el reloj balanceante, este tipo se dirigirá como una bala hacia su propio destello, ya que es lo único que le importa en la vida.

Cuando uno se deja hipnotizar por su propio destello se llama vanidad. Tanta importancia has dado a ese destello, más o menos brillante, que ya no has querido mirar otra cosa.


Por tanto te has perdido aspectos de la vida que deben ser tomados en cuenta: que tu mujer esté contenta y se sienta atendida, que tus trabajadores se sientan contentos y atendidos, que tus compañeros de trabajo se sientan contentos y, además, atendidos... Vamos, lo que en la vida es el lerele.

No digo yo, mi brillante amigo, que no lo seas. Si te comparas conmigo no, claro está, pero en términos absolutos vamos a pensar que sí. Ese brillo que a mi, chico, pues no me parece para tanto, a ti te tiene atrapado. El problema aquí no es tanto la intensidad del brillo, sino la fortaleza que tengas para no dejarte arrastrar descerebradamente por él.


Si te dejas hipnotizar por ti mismo tus amigos pronto van a decir que te has convertido en un gilipollas. Este era majo, pero ha cambiado, ahora va de subido por la vida, el tío. Pum, un cimiento de tu vida que se tambalea. Tu mujer pronto empezará a mostrarse distante, porque, total, ya se ha cansado de intentar llamar tu atención. Ahora está mucho jugando con el iPhone, sin tú saber que se ha apuntado a Tinder a ver si por ahí la valoran un poquito más.

Catapum, en toda la línea de flotación.


Tus empleados cuando entras por la puerta se callan, lo que quiere decir que estaban hablando de ti. Este tío es un gilipollas, yo cualquier día me largo. ¿Pero qué se ha creído este idiota? Debería darme las gracias él a mi de que aguante su mierda.

Catacrás, se rompe la viga maestra.


Y tus compañeros de trabajo pasan de ti, porque, total, como tú pasas de ellos, pues ellos pasan de ti. ¡Ni un hola qué tal! ¡Ni un cómo te va! ¿Qué tengo yo que hablar con este tío?

Y ni siquiera tienes salvavidas a los que agarrarte.


Total, que tan guay te has creído, tanto has descuidado el lerele, tan poco has trabajado en el concepto, que tu ejecución, tu lirili, se desploma, ya que el lirili podrá ser todo lo deslumbrante que quieras o puedas conseguir, pero para eso es imprescindible que tenga un lerele dónde apoyarse.

¿Ves, ahora, humillado, lo que trataba de explicarte desde el principio?


Que tu problema no es que seas o no brillante. Que sí, eres así brillantillo, venga, te lo concedo, va. Tu problema es que no piensas en otra cosa. Por eso se te ha caído el garito, porque te has quedado hipnotizado contigo mismo.

Y eso, mi ingenuo amigo, se ha llamado de toda la vida vanidad.