A todo el mundo le parece guay 7 Up.
Luego pedir no lo pide nadie, pero a todo el mundo le encanta.
La razón de que no se pida es muy
sencilla: pudiendo pedir una Coca-Cola o una Fanta no pides 7 Up. 7
Up lo pides si estás aburrido de todo lo demás o si quieres dejar
claro al mundo que tú eres guay, no como esos borregos que beben
Coca-Cola o Fanta.
Tú, que eres emprendedor, estoy seguro
que aprecias las virtudes de 7 Up; como tú, 7 Up mola pero comprar
la puta gente no compra. No, si no es problema de producto, ni de
marca, ni de distribución. El problema, de ser un problema, es que
la gente prefiere pedirse de primeras Coca-Cola o Fanta.
¿Qué hacer si tu empresa personal es
como 7 Up? Pues lo que hacen todas las marcas guays: aprovechar que
son guays para meter el gol por otra parte. Por ejemplo, aunque en un
bar pides Coca-Cola en una tienda de camisetas compras la que tiene
el logo de 7 Up en vez de el de Coca-Cola. Una camiseta de Coca-Cola
parece de publicidad mientras que una de 7 Up parece que tiene
entidad por sí misma.
Ser guay, realmente, es el santo grial
de la mercadotecnia. Cuando eres guay puedes planear sobre las reglas
del mundo porque estas no se hicieron para ti. Así que puedes
permitirte fuentes de ingresos con las que la gente sólo se atreve a
soñar.
Si un festival lo patrocina Coca-Cola
será el típico festival al que va Amaral; sin embargo 7 Up puede
permitirse patrocinar a los Pixies. Y, a la larga, un objeto
promocional de los Pixies vale más que uno de Amaral. Con todos mis
respetos para Amaral, que me encanta. Estoy siendo frío y distante
porque estoy hablando de modo profesional, Eva. Tú me encantas. No
confundas.
Así que, amigo emprendedor, si tienes
entre manos una marca personal tipo 7 Up ¡no desesperes! El gol está
más cerca de lo que crees. Lo único que debes hacer es dejar de
envidiar a Coca-Cola y dejar que Coca-Cola te envidie a ti.
La gente guay tenemos ese halo de lujo,
ese halo por el que la gente paga porque por sí misma no es capaz de
molar. Con un trozo de nosotros sus amigos creerán que han sido
admitidos en el club aunque no sea cierto. Pero por un buen fajo de
verdes haremos la vista gorda y, si nos preguntan, diremos que sí,
que están en el club. ¡Poderoso caballero es Don Dinero!
¿Ves cómo funcionan las sutilezas de
lo guay? Es como un circo, real-real no hay nada pero a la gente le
gusta el glitter. ¡Bueno! ¿Quién soy yo para oponerme a la
voluntad de la gente? Yo soy un demócrata de toda la vida.
Especialmente cuando me reporta beneficios.