jueves, 1 de junio de 2017

7 Up

A todo el mundo le parece guay 7 Up. Luego pedir no lo pide nadie, pero a todo el mundo le encanta.


La razón de que no se pida es muy sencilla: pudiendo pedir una Coca-Cola o una Fanta no pides 7 Up. 7 Up lo pides si estás aburrido de todo lo demás o si quieres dejar claro al mundo que tú eres guay, no como esos borregos que beben Coca-Cola o Fanta.

Tú, que eres emprendedor, estoy seguro que aprecias las virtudes de 7 Up; como tú, 7 Up mola pero comprar la puta gente no compra. No, si no es problema de producto, ni de marca, ni de distribución. El problema, de ser un problema, es que la gente prefiere pedirse de primeras Coca-Cola o Fanta.


¿Qué hacer si tu empresa personal es como 7 Up? Pues lo que hacen todas las marcas guays: aprovechar que son guays para meter el gol por otra parte. Por ejemplo, aunque en un bar pides Coca-Cola en una tienda de camisetas compras la que tiene el logo de 7 Up en vez de el de Coca-Cola. Una camiseta de Coca-Cola parece de publicidad mientras que una de 7 Up parece que tiene entidad por sí misma.

Ser guay, realmente, es el santo grial de la mercadotecnia. Cuando eres guay puedes planear sobre las reglas del mundo porque estas no se hicieron para ti. Así que puedes permitirte fuentes de ingresos con las que la gente sólo se atreve a soñar.


Si un festival lo patrocina Coca-Cola será el típico festival al que va Amaral; sin embargo 7 Up puede permitirse patrocinar a los Pixies. Y, a la larga, un objeto promocional de los Pixies vale más que uno de Amaral. Con todos mis respetos para Amaral, que me encanta. Estoy siendo frío y distante porque estoy hablando de modo profesional, Eva. Tú me encantas. No confundas.

Así que, amigo emprendedor, si tienes entre manos una marca personal tipo 7 Up ¡no desesperes! El gol está más cerca de lo que crees. Lo único que debes hacer es dejar de envidiar a Coca-Cola y dejar que Coca-Cola te envidie a ti.


La gente guay tenemos ese halo de lujo, ese halo por el que la gente paga porque por sí misma no es capaz de molar. Con un trozo de nosotros sus amigos creerán que han sido admitidos en el club aunque no sea cierto. Pero por un buen fajo de verdes haremos la vista gorda y, si nos preguntan, diremos que sí, que están en el club. ¡Poderoso caballero es Don Dinero!

¿Ves cómo funcionan las sutilezas de lo guay? Es como un circo, real-real no hay nada pero a la gente le gusta el glitter. ¡Bueno! ¿Quién soy yo para oponerme a la voluntad de la gente? Yo soy un demócrata de toda la vida. Especialmente cuando me reporta beneficios.