Anyel es una mujer enérgica. Una tía
guay, vaya. Lo he buscado por Internet porque no sabía qué era eso
de Anyel.
Eneryeti sólo ofrece variedades que
tengan una Y en su nombre, parece. Deben tener a una legión de
becarios buscando palabras guays con Y para preparar sus próximos
lanzamientos. A mi esta me parece una empresa honesta y buena. Encima
es española. No sé qué más puedo pedir.
La bebida está suficientemente buena,
no tanto como el Red Bull pero es que no hay nada mejor que el Red
Bull. Nada. Esta variedad en concreto sabe a coco, sabor insólito en
el mercado de las bebidas energéticas. ¡Está bueno! El coco es un
sabor arriesgado, hay gente que lo odia y hay gente a la que no le
molesta.
No puedo sino aplaudir la trayectoria
de Eneryeti. Destacar en el furioso mercado de las bebidas
energéticas es un logro. Burn, de la todopoderosa The Coca-Cola
Company mola cero al lado de Eneryeti. Burn es como decir Eneryeti
pero sin querer caerse del pedestal de lo fino. Pues así os va,
mataos.
¿Tienes miedo, amigo lector, de que
todo el mundo descubra que eres más vulgar que un nabo? ¿Es por eso
por lo que te parapetas entre tantas Neo2? Debe ser que sí, porque
parapetarse entre un montón de Neo2 no es plato de buen gusto. Algún
beneficio tienes que sacar de eso, si no no lo entiendo. Pues que
nadie descubra que eres vulgar. Efectivamente.
Yo no soy nada vulgar, por eso no tengo
miedo a que me descubran. ¡Más mierda de la que te doy de comer en
este blog no creo que te la vaya a dar nadie en tu vida! Y sin
embargo aquí estás, comiendo tu doble ración de caca diaria. Será
que te gusta comer caca, después de todo.
Leí el otro día por LinkedIn, ese
catálogo de síndromes laborales, que existe ahora el síndrome del
impostor. Por lo visto ataca a millennials que se sienten que son
unos impostores. ¡Coño, pues si te sientes un impostor será por
que lo eres, tontín! La movida es que te has creído tanto tu propia
película que ahora no sabes por dónde salir.
Aunque admite que has vislumbrado una
forma; aunque esa forma implica aceptar que el Apocalipsis se cierne
sobre ti. Consiste en tirar toda tu impostura al cuerno. Pero como
toda tu vida se basa en una impostura inexpugnable te quedarías
desnudo en el asfalto, a merced de violadores y gente de mal vivir.
¿Qué hacer, seguir caminando hasta el trágico final o admitir que
eres un pedorro cualquiera? ¡Up to you, perillán!
Te tengo que confesar que prefiero que
te acobardes. Ver morir a alguien es más delicioso que verlo muerto
de repente. Verlo muerto de repente, no sé, la diversión se acaba
pronto. Un golpe fuerte y, pum, ya todo acabó. Pero ver cómo se te
escapa el hálito vital poco a poco... ¡Mmmmmmmmm!