martes, 13 de junio de 2017

El Hobbit – La Batalla de los Cinco Ejércitos

Estoy muy empalmado con El Hobbit. Me parece super clase. Tengo que decir que Peter Jackson en los extras me parece superaburguesado, quién diría que fue el que dirigió Braindead, mi madre se ha comido a mi perro.


Ahora sigue poniendo aberraciones en la pantalla, pero aberraciones de un gritón de dólares. El ejército orco es una cosa super de mazmorra, delicatessen sádico para paladares exquisitos.

Otra cosa que me gusta es haberme comprado la trilogía en Blu-Ray. El Blu-Ray tiene que ser para pelis de categoría, así lo tengo conceptualizado yo. Películas más de batalla en DVD. En Blu-Ray ya lo fino filipino.


Igual me echas en cara que tenga Masters del Universo y Super Mario Bros en Blu-Ray, pero eso sólo delata que tú no sabes lo que es la categoría, melón.

La categoría es una cosa muy esquiva. Si fuese fácil de detectar no sería categoría. Por la calle no ves gente de categoría, están haciendo el amor en cementerios, por ejemplo. Por eso si buscas categoría tendrás que esforzarte un poquito, hombre. No vas a encontrar categoría en Amazon. ¿Entiendes lo que te quiero decir?


La categoría está hecha para gente como yo, cerdos, que no nos importa meter los hocicos entre las heces si de eso vamos a sacar alguna trufa. Si tienes miedo a las heces poca categoría vas a encontrar tú.

Hay que rebuscar en mercadillos, entre la basura, porque entre la caca crecen las mejores flores. ¿Qué mejor lugar para que crezca una bella flor que entre toneladas de abono? Hay que tener un carácter aguerrido, propio de la película 300 o del ejército de enanos en El Hobbit, para encontrar algo que merezca la pena.


¿No me crees? Coño, pues fíjate en tu marido. ¡Menudo penco! ¿Por qué? Porque te quedaste con lo primero que pasó. No has buscado nada. Así que ahí le tienes, tirándose pedos en tu sofá de La Oca. ¿No hubiera merecido más la pena mancharse las manos y rebuscar un poco, mujer?

Que sí, que sí, que te entró el miedo, que no me expliques nada. Si ya sé lo que me vas a contar. Pero ahora no me vengas llorando con que a este hombre no hay quién lo aguante. ¿Quién lo compró? Tú. Pues a callar.