Todo el mundo odia Blackberry menos Kim
Kardashian y yo. Y yo odio a Kim Kardashian. A veces las cosas pueden
ser muy complicadas, ¿no os parece?
Nunca he tenido una Blackberry clásica,
sólo una Z10, que no tiene teclado físico. Pero era un teléfono de
perillas. El teclado funcionaba divinamente, no como el Android que
tengo ahora. Escribir por Whatsapp se ha vuelto un coñazo y por eso
trato de evitarlo cada vez más. Además ya paso de la ortografía.
Entiende lo que te quiero decir y no me vengas con pejiguerías
ortográficas.
¿He escrito balón con v? Pues no seas
gilipollas y date cuenta de que se me ha pirado el dedo, no es que no
sepa que balón va con b. Si alguien cree que el error es mío y no
del teclado ese alguien es gilipollas hardcore.
Y si no supiera que balón va con b
¿qué pasa? ¿Has entendido lo que te quería decir? Pues calla. “He
chutado el valón y ha entrado en la portería”. ¿Tienes alguna
duda, Camilo José Cela de mierda?
La ortografía es el bastión de los
tarados. Antes, que nadie sabía ortografía, era un mérito saberla.
Pero hoy que la sabe todo el mundo no cometer faltas de ortografía
es casi de paleto. Los urbanos punteros hacemos faltas de ortografía
porque entendemos que lo importante es el qué, no el cómo.
Además, escribir con faltas de
ortografía cuestiona el orden imperante. Yo tengo tantas ideas en la
cabeza que las normas del lenguaje han dejado de ser un apoyo para
convertirse en un estorbo. Escribir una frase correctamente es
limitante. Preferiría hablar con sonidos inventados. En la música
de las cosas está implícito lo que se quiere decir. ¿Entendéis
eso, pandilla de retrasados?
Imagino que no, ya que sois retrasados.
El mundo se nos ha quedado pequeño.
Eso sí lo entendéis, ¿no? Bueno, ya veis los esfuerzos que hago
para torear vuestros cerebros de anémona.
Se han quedado pequeñas las empresas,
se ha quedado pequeño el lenguaje. La humanidad se ha vuelto una
especie galáctica que no está ya para pasar por cuellos de botella.
¿En qué parte del cuello de botella estás tú? En el malo. Lo
imaginaba.