Hoy vamos a hablar del Real Madrid.
Tengo una amiga que trabaja en Google (o trabajaba porque lleva de
baja ni se sabe) y dice que tampoco es para tanto. La creo.
Analicemos por qué.
Cuando todo el mundo, hasta tu padre el
viejo, dice que algo es guay deja de serlo. Es así, no le des más
vueltas. La molonidad consiste en ser esa punta de lanza que se
desmarca del estándar. Otra cosa es que el estándar sea cada vez de
mayor calidad, pero lo estándar, por definición, es coñazo y poco
molón.
Antes el estándar era llevar traje y
ser un amargado. Ahora el estándar es llevar bambas y jugar al
futbolín en el trabajo. Por lo tanto ahora lo molón es llevar traje
y estar amargado. Entiende que la molonidad tiene que tener esta
cualidad esquiva como el mercurio, ya que sin ella nos quedaríamos
estancados en un punto que por molón que sea no es más que un punto
en el desarrollo humano. Yo me dedico a abrirte camino en la
molonidad, sea el estándar todo lo guay que quiera.
No diría que Google es malo. Es más,
menos mal que tiene tanto poder, porque si lo tuviera Ramón &
Asociados iríamos listos. Pero por muy guay que sea algo siempre se
puede mejorar. Por ejemplo, yo no puedo estar entre cien niños
gritones que se creen un copo de nieve especial y único. En ese
momento echo de menos a mi tío Laureano, que de un grito le corta el
rollo hasta a Jamiroquai.
En mi eterno discurrir por el molón
sendero me di cuenta de que la senda millennial estaba limitada. Es
como el feminismo, que como reacción al machismo está muy bien pero
como modo de vida te lleva a un callejón sin salida. El feminismo
tiene el mismo final que el machismo: quedarte solo proclamando que
tu manera de hacer las cosas es la única verdadera. ¡Pues vaya
mierda de final es ese! Prefiero jugármela yendo con unos hooligans
que quedarme recitando a Frida Kahlo con unas gallinas cluecas.
La movida es que si lo has dado todo
por una causa, si la causa deja de tener sentido no te puedes bajar
al instante de ella porque ¿qué les vas a decir a tus amigos?
Afortunadamente a mi la opinión de mis amigos me importa un cuerno y
yo me bajo de las causas en marcha, aunque me pegue una hostia guapa.
¿Juan, pero tú no eras maricón o no sé qué? No, ahora soy minero
bakala. ¿Algún problema? No, no, Juan, sólo faltaría. Pues eso.
¿Ves qué fácil es?
La causa, aquello que nos mueve, no
sólo precisa de smartphones y 4G. Precisa principalmente de coraje,
que es aquello que te llevó a tener smartphones y 4G. Si pierdes la
raíz en pos del fruto estás vendido.
Que te entiendo: que llevas toda la
vida luchando por la causa y quieres sentarte a descansar de una vez.
Vale. ¡Pero entonces no eres tan millennial, querido! Serías, en
todo caso, millennial mientras tenías el valor de seguir avanzando
pero ¿ahora? Ahora eres un puto viejo que cree que llevando Vans
está todo resuelto.
Esto es una religión. Google ya llegó
a donde tenía que llegar y ahora actúa desde ahí. Pero la
molonidad sigue avanzando porque no se detiene nunca. Yo, que tengo
alma rumbera, no puedo sentarme a descansar mientras miro cómo la
molonidad sigue sin mi. ¡La amo demasiado! Por eso Google bien,
pero, oye, yo pienso que es mejorable. ¿Tú qué opinas, viejales?