¿Quieres hablar de cosas serias? Por
lo menos puedo hablarte de algo oficialmente serio: Watchmen.
Francamente, no sé si esta novela
gráfica es tan seria, porque cuando te la terminas de leer ya no te
apetece leértela nunca más. ¡Menudo tocho! Cuánto más serio es
un simpático Don Miki.
Mi personaje favorito es el Doctor
Manhattan, porque es omnipotente y lo controla todo con su poder
cuasi divino. Como yo, vamos. No me pinto unos circulillos en la
frente porque, no sé, me parece un poco canteo.
Si has de elegir un superhéroe vamos a
escoger uno cuasi divino, digo yo. En mi década de los 20 me
identificaba con Spiderman, ese adolescente nerd que con un traje
vistoso hacía acrobacias alucinantes. Pero como he crecido mis
poderes también, así que Spiderman se me quedó pequeño.
Busqué otros superhéroes en los que
mirarme. El siguiente que encontré fue Paco Martínez Soria, que con
su nobleza baturra salvaba a la familia de los peligros de la
modernidad.
Luego ya me eché al monte y me fijé
en Dios. No sé, me parece suficientemente bueno. Dios lo controla
todo pero con una mano amable, fraterna. Lo controla todo pero no
para su satisfacción personal, sino para el beneficio de la
totalidad.
Casi que ya me quedo como ejemplo
definitivo con Dios. No creo que encuentre nada mejor. Pero como en
las conversaciones con gente si dices que tu superhéroe favorito es
Dios te miran así como de aquella manera voy a coger al Dr.
Manhattan, que aunque no te miren bien tampoco precisamente tragan
más que si les dices Dios.
Ya ves, tú fijándote en Cristiano
Ronaldo y yo fijándome en Dios. ¿Ahora entiendes por qué las cosas
están como están?
Me puedes sacar un mote si quieres y
llamarme “El Rabino”. “El Exorcista”, si te mola. A cambio,
yo te saco el demonio de dentro. ¿Quieres verlo? Uno, dos, tres...
¡Despierta!