Presionado por la aplastante demanda
popular he vuelto a las redes sociales convencionales. En LinkedIn se
está mucho más a gusto, es como la cafetería de la esquina de tu
calle donde todo el mundo va a vomitar sus miserias y no a fingir que
es esto o lo otro. LinkedIn es como Cheers.
LinkedIn me encanta porque básicamente
es una red social de terapia de grupo para todos aquellos a los que
el curro no es que nos vaya mal, es que nos va como el puto culo.
Pero como a todo el mundo le va igual de mal pues ya parece que la
cruz pesa menos.
Instagram, por el contrario, es Twitter
con imágenes en vez de texto. Abandoné Twitter espantado por un
nivel de postureo que superaba con creces todo aquello que yo había
conocido, y mira que yo he conocido cosas muy jartas.
Como ya conozco el percal con Instagram
estoy siendo mucho más cuidadoso que con Twitter. Sólo sigo a
estrellas de la pornografía que me gustan especialmente y a alguno
que conozco de LinkedIn que me gusta lo que hace. Los followers
desconocidos que llegan de no se sabe dónde son tratados en mi
cuenta con respeto y cariño, llevándose uno o dos favs por el mero
hecho de seguirme. En Casa Juan queremos que usted se sienta como en
su propia casa.
La época de Twitter era mucho más
inestable que esta. La gente no veía el camino por ninguna parte y
sólo se dedicaba a intentar llamar la atención, como un niño
pequeño que no sabe cuál es su lugar en la cena de Nochebuena.
Ahora, por contra, la gente ya se ha
olido la tostada. Se ha dado cuenta de que enseñando cuán especial
es su ombligo no conseguirá nada, porque todos creemos que nuestro
ombligo es el mejor. Así que si tú no valoras mi ombligo yo no
valoro el tuyo y a ver quién es más cabezota.
Por eso Instagram me está
transmitiendo mejores sensaciones que Twitter en su día, porque la
gente ya se ha enterado de que antes de que tú digas que te gusta mi
foto yo tengo que decir que me gusta la tuya. Aunque sólo sea por
cortesía, esa cosa tan perdida.
Y con este marco humanista me estoy
desenvolviendo en Instagram. ¡No me malentiendas! Sigo pensando que
tú eres un insecto a mi lado. Pero en Instagram voy a ser tan
magnífico de no aplastarte a los primeros compases.
Es que si no el combate no tiene
gracia. Si te venzo ya no de un solo golpe, sino de un solo vistazo
¿qué gracia tiene esto?