¿Qué ha de tener una marca para que
mole? Que no la compre nadie. Por eso soy amante de los productos
Thomson.
Si vas a Media Markt verás una legión
de televisores Samsung. Luego, verás una más pequeña de LG. Luego
Sony y Panasonic, los viejos y buenos japoneses, que compiten con los
coreanos argumentando que lo suyo es de mayor calidad. Y en la
esquina, al fondo, verás un televisor Thomson que se ve peor que los
demás. Bien, pues con ese televisor es con el que sueño yo.
La molonidad tiene mucho de devoción
religiosa. Cuando uno mola de verdad tiene debilidad por las
criaturas más débiles de nuestro Señor, por eso Alaska se ha
casado con su marido.
No en vano Alaska cantaba “Quiero ser
santa”. Los que tenemos aspiraciones santas acabamos siendo los
reyes de la molonidad. Otro caso que lo delata es Robert Crumb, que
en sus geniales memorias relata cómo de pequeño era preso de un
poderoso fervor religioso.
Dios, como no puede ser de otra manera,
es lo que más mola de todo. Dios, al ser el alfa y el omega, por
definición también tiene que ser lo más guay. ¡No va a ser lo
menos guay! Lo menos guay es lo que han hecho los hombres miopes con
Él, pero eso a Él se la trae al pairo. Lo que los hombres miopes
digan de uno es irrelevante. Así que imagínate qué le puede
importar a Dios eso.
Ser devoto consiste en no traicionarse
a uno mismo. Ya que Dios te hizo como Él, en su Santa Voluntad,
quiso que fueras, traicionar tu esencia es traicionar lo que Él
quiso para ti y, por lo tanto, lo que Él quiso sin más. ¡Tranquilo!
Puede que estés ciego y por eso te traiciones sin darte cuenta. Eso
no es una afrenta, es un error de percepción. Dios entiende que este
es un valle de tinieblas y, por tanto, que hagas caso a ideas
absurdas.
Pero, hombre, tampoco te pases; si eres
neoliberal, bueno, Dios tampoco se enfada por lo que en el párrafo
anterior hemos expuesto, pero yo creo que las cosas ya están
suficientemente despejaditas como para que te des cuenta sin
necesidad de intervención divina de que eres un hijo de puta. A
estas alturas eso ya está bastante claro, ¿no te parece?
Eso de que los pobres deban ser
eliminados para que tú puedas comprarte otro rascador de espalda de
marfil... ¡Bueno! Tampoco hace falta ser Nelson Mandela para ver que
es un pensamiento propio de un hijo de perra. Pero que, vamos, que
Dios se hace cargo de todo, tú no te preocupes, chavalote.
Por eso, amigo neocon, deberías
comprar Thomson; porque comprando Thomson evidencias que te preocupas
de los desfavorecidos. ¿Ves qué fácil es, neocon? Sólo hace falta
un poco de buena voluntad.