¡Rata callejera!
Así le deben llamar a Errejón
últimamente. Qué papelito le ha tocado al chaval.
Traicionar al líder es una movida. Tú
quieres reconocimiento pero el líder es tan superguay que tú te
sientes una mierdecilla a su lado. Hasta que no aguantas más y
montas una candidatura contra él.
Hay una línea muy delgada que separa
al fiel escudero del simple segundón. El escudero acepta y celebra
su segunda posición mientras que el segundón es vanidoso y ansía
el primer puesto aunque le venga grande.
A mi siempre que he ocupado la segunda
posición me ha gustado. Estás exento de responsabilidades y no
tienes que tomar decisiones. ¿Dónde salimos esta noche? Donde diga
Manolo. Nunca me atreví a cuestionar una autoridad que era justa y
buena para el grupo.
Sin embargo cuando me ha tocado ocupar
la primera posición he visto cómo unos cuantos Errejones de la vida
se me querían subir a las barbas. “¿Por qué?”, me preguntaba
yo. Yo tomo decisiones teniendo en cuenta la totalidad. Todo va como
la seda. ¿Qué te mueve a blandir ese puñal contra mi?
No quiero ahondar en esos porqués por
si la respuesta me horripila demasiado. Los hombres santos preferimos
no contemplar la maldad del mundo frente a frente, sólo de lado.
Aunque algún día tendré que hacerlo, me temo. Pero todavía no
estoy preparado. Tendréis que tener paciencia.
Así que como ya he toreado en esas
plazas sé lo que está pasando en Podemos. Las cosas al final
saldrán bien, pero, diablos, qué honda vergüenza habrán de pasar
los que están cruzando una línea que Dios prefiere que no se cruce.
Pero como, insisto, he toreado en esas
plazas no me meto. Ya he llevado muchas cornadas. Ahora os toca a
vosotros.